No es fácil hallar un buen plan devocional. Cada año se publican excelentes libros sobre el tema. Sin embargo, por alguna razón siempre me resultó difícil tener una sólida vida devocional, por más relatos inspiradores y pensamientos profundos que leyera.
Un día, decidí probar algo nuevo; después de todo, como profesora de investigación, siempre insto a mis estudiantes a que vayan a las fuentes. Entonces, ¿por qué no probar esto también en mi vida espiritual?
Mi propio camino
Cada año se venden o regalan millones de Biblias en todo el mundo, pero parece ser “el libro que todos quieren pero pocos leen”.* Lamentablemente yo estoy incluida en esa categoría. Siempre quise leer toda la Biblia pero por alguna razón, jamás pude completar el año bíblico.
Un día (en parte como resultado de la desesperación al reconocer que era una adventista de nacimiento que ya estaba en los cuarenta años y jamás había leído toda la Biblia), se me ocurrió un plan extraño que funcionó. ¿Por qué no leer la Biblia de atrás para adelante? Después de todo, muchas veces hago eso con las revistas, el periódico o los libros (sí, leo los últimos capítulos antes de comenzar por el principio). ¿Por qué no utilizar ese extraño ardid para mejorar mi vida devocional?
Como me atrae más el Antiguo Testamento (hay más relatos), decidí probar una versión modificada de mi plan: comenzaría con Malaquías y terminaría en Génesis. Después, saltaría al Apocalipsis y terminaría en Mateo. Hice una excepción con los libros en secuencia (1 y 2 Reyes, y 1, 2 y 3 de Juan, donde mantuve el orden acostumbrado).
¡Funcionó!
El plan hizo maravillas en mi vida devocional. En primer lugar, me quitó la compulsión de tener que leer un cierto número de capítulos por día para cumplir el cronograma. Al sacarme esa presión de encima, logré dedicar tiempo concienzudamente a la Palabra de Dios, escuchando y absorbiendo realmente lo que Dios quería transmitirme para ese día.
Asimismo, este plan mejoró mi vida de oración, porque descubrí que tenía mucho más para hablar con Dios, en lugar de limitarme a una lista de agradecimientos y pedidos.
Comencé también a ser mucho más interactiva con la Biblia. Me dediqué a escribir comentarios o preguntas en los márgenes, y aun fechas en las que recurrí a un versículo en particular o en las que se cumplió una determinada promesa. La Biblia llegó a ser una realidad viviente, y cada día aguardaba con ansias los momentos devocionales. Al continuar la lectura, los márgenes comenzaron a llenarse de otras referencias, porque lo que leía me recordaba cosas que ya había leído.
Aunque no tenía un cronograma diario definido, por lo general solía leer un capítulo por día. La regla principal era esta: Antes de terminar mis momentos devocionales, resumía mentalmente lo que había leído, meditaba en ello y buscaba “la gema del día” (algún pensamiento especial de la porción estudiada que me ayudara en ese día).
Gemas y revelaciones
Fue asombroso cuántas gemas fueron apareciendo aun en los lugares menos probables de la Biblia tales como Zacarías 11:15, 16. Allí, se describe al “pastor insensato” como alguien que “no visitará a las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda y romperá sus pezuñas”
Al pensar en ese versículo, recordé que Jesús se describe a sí mismo como “el Buen Pastor”. Como se da una descripción tan vívida del “pastor insensato”, imaginé que los atributos del buen pastor serían totalmente opuestos a éstos. Al mirar las cosas de esta manera, pude descubrir una bella descripción de algunos de los atributos del Buen Pastor: visita a las perdidas, busca a las pequeñas, cura a la perniquebrada y lleva a cuestas a la cansada.
No estoy segura de que este método sería aprobado por la hermenéutica, pero sé que recibí numerosas bendiciones al dedicar tiempo a reflexionar en lo que había leído y al procurar entonces llevar conmigo ese pensamiento como un tesoro especial para toda la jornada.
Este plan seguramente no funcionará para todos. Pero lo importante es hallar un método que resulte, algo que renueve su vida devocional; algo que lo acerque a Dios y su Palabra, que le dé fuerza para enfrentar cada día.
Jamás deberíamos tener temor de buscar nuevas maneras de hallar al Señor.
“Esforcémonos por conocer a Jehová: cierta como el alba es su salida. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana viene a la tierra” (Oseas 6:3).
Fuente: Adventist World
Autor: Gina Wahlen es profesora asistente de Investigación y escritura académica en el Instituto Internacional Adventista de Estudios Avanzados (AIIAS) de Silang, Cavite, Filipinas.
* * David Gibson, “Bible Illiteracy Rampant in America,” Religion News Service, 12/01/00.
Un día, decidí probar algo nuevo; después de todo, como profesora de investigación, siempre insto a mis estudiantes a que vayan a las fuentes. Entonces, ¿por qué no probar esto también en mi vida espiritual?
Mi propio camino
Cada año se venden o regalan millones de Biblias en todo el mundo, pero parece ser “el libro que todos quieren pero pocos leen”.* Lamentablemente yo estoy incluida en esa categoría. Siempre quise leer toda la Biblia pero por alguna razón, jamás pude completar el año bíblico.
Un día (en parte como resultado de la desesperación al reconocer que era una adventista de nacimiento que ya estaba en los cuarenta años y jamás había leído toda la Biblia), se me ocurrió un plan extraño que funcionó. ¿Por qué no leer la Biblia de atrás para adelante? Después de todo, muchas veces hago eso con las revistas, el periódico o los libros (sí, leo los últimos capítulos antes de comenzar por el principio). ¿Por qué no utilizar ese extraño ardid para mejorar mi vida devocional?
Como me atrae más el Antiguo Testamento (hay más relatos), decidí probar una versión modificada de mi plan: comenzaría con Malaquías y terminaría en Génesis. Después, saltaría al Apocalipsis y terminaría en Mateo. Hice una excepción con los libros en secuencia (1 y 2 Reyes, y 1, 2 y 3 de Juan, donde mantuve el orden acostumbrado).
¡Funcionó!
El plan hizo maravillas en mi vida devocional. En primer lugar, me quitó la compulsión de tener que leer un cierto número de capítulos por día para cumplir el cronograma. Al sacarme esa presión de encima, logré dedicar tiempo concienzudamente a la Palabra de Dios, escuchando y absorbiendo realmente lo que Dios quería transmitirme para ese día.
Asimismo, este plan mejoró mi vida de oración, porque descubrí que tenía mucho más para hablar con Dios, en lugar de limitarme a una lista de agradecimientos y pedidos.
Comencé también a ser mucho más interactiva con la Biblia. Me dediqué a escribir comentarios o preguntas en los márgenes, y aun fechas en las que recurrí a un versículo en particular o en las que se cumplió una determinada promesa. La Biblia llegó a ser una realidad viviente, y cada día aguardaba con ansias los momentos devocionales. Al continuar la lectura, los márgenes comenzaron a llenarse de otras referencias, porque lo que leía me recordaba cosas que ya había leído.
Aunque no tenía un cronograma diario definido, por lo general solía leer un capítulo por día. La regla principal era esta: Antes de terminar mis momentos devocionales, resumía mentalmente lo que había leído, meditaba en ello y buscaba “la gema del día” (algún pensamiento especial de la porción estudiada que me ayudara en ese día).
Gemas y revelaciones
Fue asombroso cuántas gemas fueron apareciendo aun en los lugares menos probables de la Biblia tales como Zacarías 11:15, 16. Allí, se describe al “pastor insensato” como alguien que “no visitará a las perdidas, ni buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas, sino que comerá la carne de la gorda y romperá sus pezuñas”
Al pensar en ese versículo, recordé que Jesús se describe a sí mismo como “el Buen Pastor”. Como se da una descripción tan vívida del “pastor insensato”, imaginé que los atributos del buen pastor serían totalmente opuestos a éstos. Al mirar las cosas de esta manera, pude descubrir una bella descripción de algunos de los atributos del Buen Pastor: visita a las perdidas, busca a las pequeñas, cura a la perniquebrada y lleva a cuestas a la cansada.
No estoy segura de que este método sería aprobado por la hermenéutica, pero sé que recibí numerosas bendiciones al dedicar tiempo a reflexionar en lo que había leído y al procurar entonces llevar conmigo ese pensamiento como un tesoro especial para toda la jornada.
Este plan seguramente no funcionará para todos. Pero lo importante es hallar un método que resulte, algo que renueve su vida devocional; algo que lo acerque a Dios y su Palabra, que le dé fuerza para enfrentar cada día.
Jamás deberíamos tener temor de buscar nuevas maneras de hallar al Señor.
“Esforcémonos por conocer a Jehová: cierta como el alba es su salida. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana viene a la tierra” (Oseas 6:3).
Fuente: Adventist World
Autor: Gina Wahlen es profesora asistente de Investigación y escritura académica en el Instituto Internacional Adventista de Estudios Avanzados (AIIAS) de Silang, Cavite, Filipinas.
* * David Gibson, “Bible Illiteracy Rampant in America,” Religion News Service, 12/01/00.
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