martes, 7 de febrero de 2012

El extraterrestre. Por Miguel A. Valdivia

Desde mi niñez me han interesado dos temas de lectura aparentemente distintos y desconectados entre sí: la religión cristiana y la ciencia ficción. El primero lo descubrí gracias a la comunidad religiosa a la que asistía mi abuela. El segundo interés lo fui desarrollando a medida que devoraba la colección de libros de la biblioteca de mi pueblo natal.

Quedé fascinado con los libros de Julio Verne, el visionario francés que escribió del submarino, de islas perdidas y el viaje a la luna, incluyendo una descripción de los efectos de la falta de gravedad que fue ratificada unos cien años después con el viaje del Apolo en 1969. Luego leí varios libros de Isaac Asimov, prolífico autor que además de escribir más de 70 libros de ciencia ficción, escribió un extenso comentario de la Biblia.

He llegado a la conclusión de que los universos de la ciencia ficción y la fe cristiana convergen en varios aspectos. La trilogía de La guerra de las galaxias en la década de los 1970 incluyó varios temas interesantes del conflicto milenario entre el bien y el mal; entre estos la idea de un campeón, Obi Kenobi, que se sacrifica para salvar a la humanidad.

Uno de los aspectos más fascinantes de la ciencia ficción es la relación entre los seres humanos y los seres extraterrestres. Según el autor, los extraterrestres a veces tienen la intención de destruirnos (por ejemplo, H.G. Wells en La guerra de los mundos), o simplemente desean estudiarnos o explotarnos como especie (The Matrix [La matriz] y Dark City son dos películas con ese tema).

Otro interés relacionado con la ciencia ficción es la afición por los platillos voladores. La idea de que los extraterrestres nos visitan de cuando en cuando es una idea albergada por millones de personas. En The Chariot of the Gods (La carroza de los dioses), se propuso que fueron los extraterrestres quienes dieron un impulso a la evolución de los seres humanos introduciendo cambios en los genes de los monos.

Cuando se analizan estos temas desde una perspectiva bíblica llegamos a varias conclusiones. Según la Biblia, vivimos rodeados de extraterrestres (los ángeles), y fuimos objeto de una visita de un extraterrestre históricamente comprobada en lo que conocemos como el año 4 a.C. Pensándolo bien, la Biblia es el producto de una Mente no terrestre. Y las especulaciones humanas encuentran en sus páginas un cumplimiento extraordinario.

La ciencia ficción es la conceptualización humana de lo que podría ser; la Biblia describe la realidad. Hace dos mil años un Ser extraño y superior a todo invento humano vino a esta Tierra. Los seres humanos lo vieron, lo escucharon, lo palparon y lo olieron. También lo rechazaron, lo acusaron, lo insultaron, lo escupieron y lo crucificaron. Su llegada fue predicha muchos siglos antes y su divinidad fue confirmada por numerosos milagros ante miles de personas.

Uno de los pasajes más hermosos de toda la Biblia lo expresa en términos impactantes: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Con la llegada de Jesús, toda la humanidad tuvo la extraordinaria oportunidad de reencontrarse, no con un mero visitante de las estrellas, sino con su Creador.






Fuente: El Centinela
Autor: Miguel Valdivia. Director y editor de El Centinela.
Autor del libro "Mensajes de un Amigo". Y junto a su esposa Olga, del libro de Lecturas Devocionales Para Adultos "Herederos de Promesas".




- Originalmente publicado el 26 de junio de 2009






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