viernes, 31 de diciembre de 2010

El cántico mas revolucionario. Por Eloy Wade

"Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia" Mateo 5: 5.

En el primer capitulo del evangelio de Lucas se registra el canto de María (vers. 46-56). Fue el canto que entonó en gratitud a Dios por escogerla como la madre del Mesías. Es uno de los himnos más grandes de la fe cristiana. Hoy se lo conoce con el nombre de Magníficat, por ser esta la primera palabra del canto en la versión latina. Está saturado de ideas tomadas del Antiguo Testamento, especialmente del canto de Ana, cuando nació Samuel (1 Sam. 2).

Es el cántico más revolucionario de los documentos del cristianismo. Habla de tres revoluciones de Dios. La primera nos presenta una revolución moral: "Hizo proezas con su brazo; desbarató las intrigas de los soberbios" (vers. 51). El cristianismo se rebela contra el orgullo. El mensaje cristiano es una protesta contra la soberbia. Para Cristo lo que valía era la humildad: "Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece" (Mat. 5: 3).

La segunda es una revolución social: "De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes" (vers. 52). Los humildes aquí son los que sufren la opresión de los poderosos. Son los que no tienen influencias, los avasallados por la prepotencia de los que se creen ser algo, los marginados de la sociedad. Cristo vino a ser su defensa. Cuando Cristo reina, ellos son exaltados.

La tercera es una revolución económica: "A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías" (vers. 53). Donde prevalecen los principios cristianos, no hay escasez, porque un cristiano es alguien que comparte con los que no tienen. Donde se cumple el ideal cristiano, no hay hambre, porque Dios tiene muchas manos que dan.

Estas revoluciones comenzaron con el nacimiento de Cristo, y a través de los siglos han transformado a la humanidad. Ser cristiano es ser un guerrero de Dios en un mundo donde prevalecen la soberbia, el ultraje y la destitución: "Seguir a Cristo significa duras batallas, labor activa, guerra contra el mundo, la carne y el maligno" (En los lugares celestiales, p.117).




Fuente: El Manto de su Justicia / Meditaciones Matinales (adultos en español) para el 2010

Autor: Eloy Wade (México 1043-) Teólogo, docente y director de diversas instituciones educativas adventistas en México. Magister en Divinidades y Doctor en Teología de Andrews University




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jueves, 23 de diciembre de 2010

La Navidad: un enfoque bíblico y adventista. Por Jonás Berea

Argumentos contra la celebración de la Navidad

Hay hermanos que se muestran contrarios a estas actividades, al considerar que la iglesia cristiana no debería participar en una fiesta cuya fecha de celebración no es siquiera la del nacimiento de Jesús, sino que es claramente de origen pagano. Ciertamente, es imposible que Jesús naciera a finales de diciembre: según Lucas 2: 8 los pastores estaban pernoctando al raso, algo que no se hacía en invierno. Además las autoridades nunca habrían ordenado un censo en esa estación (Lc. 2: 1). Pero, ante todo, la fecha del 25 de diciembre ya existía como festividad natalicia antes de la venida de Jesús. Correspondía en el calendario juliano al solsticio de invierno (no así en el actual, derivado de las reformas del papa Gregorio en el siglo XVI), de ahí que en él los romanos celebraran el día del nacimiento del Sol invicto, así como el nacimiento del dios solar de origen iranio Mitra. La creencia de que en ese día nació Cristo es uno más de los elementos del culto al Sol que inundaron el cristianismo de estos primeros siglos, y que se constató en fenómenos como la orientación de las basílicas hacia el este (lugar del nacimiento diario del Sol) o la representación de Cristo con símbolos solares en el primer arte cristiano. Entre estos elementos destaca el domingo, día del Sol, que muy pronto fue convertido en “día del Señor”.

Los primeros cristianos fueron adoptando celebraciones calcadas del calendario pagano romano y de tradiciones ancestrales de los pueblos del ámbito del imperio, tanto germánicos como mediterráneos. Las protestas de numerosos eclesiásticos no consiguieron frenar esta corriente de supersticiones y rituales que venían a contaminar la sencillez del culto cristiano. En el caso de la Navidad, aparte del día del nacimiento del Sol, la mayor influencia provino de las Saturnalia o fiestas en honor a Saturno que se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre, fechas en que se cerraban escuelas, negocios y juzgados para que la población pudiera consagrarse a celebraciones domésticas y públicas en las que abundaban la danza y el juego. Siendo que el día de año nuevo estaba cercano, las celebraciones “cristianas” de Navidad también asimilaron costumbres relacionadas con esta fiesta, como el intercambio de regalos y la decoración de los hogares con luces y vegetación.

La típica decoración navideña con vegetación verde procede también del paganismo: representaba la persistencia de la vida a través del ciclo cósmico-natural que acaba y comienza en el solsticio, pues a pesar de la muerte invernal, algunas especies siguen viviendo. En relación con ello está el árbol de Navidad, originariamente un árbol sagrado de tradición germánica; de hecho muchas culturas han adorado los árboles, o los han asociado a lo sagrado (Jer. 10: 2-5). La tradición católica también ha procedido a “cristianizar” este símbolo, reinterpretándolo como el madero de la cruz o como el árbol de la vida.

La Reforma protestante del siglo XVI supuso, en todos los órdenes sociales, una depuración de tradiciones ajenas al cristianismo, y llegó a afectar a la Navidad, tan cargada de simbología pagana. Incluso el gobernante puritano Cromwell la prohibió en Inglaterra durante el periodo 1642-1660, decretando que el 25 de diciembre fuera un día laboral, con multa o cárcel a quien le diera significado religioso. Lo mismo hicieron los puritanos de Nueva Inglaterra entre 1659 y 1681. Todavía hoy hay grupos cristianos que se niegan a celebrarla.


¿Ellen G. White contra la Navidad?

Los adventistas tenemos en consideración lo que Ellen G. White escribió sobre la Navidad. Como en otros asuntos, algunos leen en sus escritos un rechazo tajante, al centrarse en pasajes como los siguientes:

“Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos celebrando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos.

“Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo y el único que debía ser recibido y en quien se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegaron a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito” (Review and Herald, 9 de diciembre de 1884).

“Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo. Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, depuso su realeza, dejó su Trono de gloria, su alta investidura, y vino a nuestro mundo para traer auxilio divino al hombre caído, debilitado en su fuerza moral y corrompido por el pecado. […] Los padres debieran recordar estas cosas a sus hijos e instruirlos, renglón tras renglón, precepto tras precepto, en su obligación para con Dios, no en la que creen tener uno hacia otro, de honrarse y glorificarse mutuamente con regalos” (El hogar cristiano, págs. 437, 438).

“Que no haya una preocupación ambiciosa y desmedida por comprar regalos para Navidad y Año Nuevo. Los pequeños regalos para los niños pueden no estar fuera de lugar, pero el pueblo del Señor no debiera gastar su dinero en comprar regalos costosos” (Alza tus ojos, pág. 366).

“He dicho a mi familia y a mis amistades que mi deseo es que nadie me haga un regalo de cumpleaños o de Navidad, a menos que sea con el permiso de transferirlo a la tesorería del Señor, para ser asignado al establecimiento de las misiones” (El hogar cristiano, págs. 432).


Celebración bajo ciertas condiciones

Pero lo cierto es que, junto a esos pasajes, hay otros en los que Ellen White contempla la celebración de la Navidad bajo ciertas condiciones:

“El mundo dedica las fiestas a la frivolidad, el despilfarro, la glotonería y la ostentación… En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos simplemente para satisfacer el apetito y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una ocasión de honrar y glorificar a Dios” (El hogar cristiano, págs. 437, 438).

“En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito. […] En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo. […]

Se acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto los jóvenes como los adultos consideran atentamente que pueden dar a sus amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos. Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos… Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, nuestro mejor Amigo. Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los reciban. Yo recomendaría libros que ayuden a comprender la Palabra de Dios o que acrecienten nuestro amor por sus preceptos. Proveamos algo que leer para las largas veladas del invierno” (El hogar cristiano, págs. 436, 437).

“Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.

“El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad. Sean vuestros donativos santificados por la oración.

“Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse en favor de los desamparados. Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas.

“No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos. […]

“Los más ricos también debieran manifestar interés y dar regalos y ofrendas proporcionales a los recursos que Dios les confió. ¡Ojalá que en los libros del cielo se hagan acerca de la Navidad anotaciones cual nunca se las vio, por causa de los donativos que se ofrezcan para sostener la obra de Dios y el fortalecimiento de su reino!” (El hogar cristiano, pags. 439, 440).

“Al terminar el largo viaje que me trajo del este, llegué a casa a tiempo para pasar la víspera de Año Nuevo en Healdsburg. El salón de actos del colegio había sido preparado para una reunión de la escuela sabática. Se habían ordenado con buen gusto guirnaldas de ciprés, hojas otoñales, ramas de coníferos y flores. Una gran campana formada con ramas de pino colgaba del arco de entrada al salón. El árbol estaba bien cargado de donativos, que iban a emplearse para beneficio de los pobres y para contribuir a la compra de una campana… En esa ocasión nada se dijo ni se hizo que hubiese de cargar la conciencia de nadie. Algunos me dijeron: “Hermana White, ¿qué piensa Vd. de esto? ¿Concuerda con nuestra fe?” Les contesto: “Concuerda con mi fe.”” (El hogar cristiano, pág. 458).


Centrando el asunto

Entonces, ¿es la Navidad una fiesta cristiana o no? El que la fecha de celebración, y muchos de los símbolos que la rodean, sean de origen pagano, ha movido a algunos a rechazar por completo cualquier celebración, e incluso a considerar que quien participa de estas fiestas está rindiendo culto al sol y a la naturaleza, o está sacrificando a sus hijos a Tammuz (véase, por ejemplo, el alarmista vídeo Navidad, falsa y vana tradición [1]).

Algunos cristianos muestran una gran precaución hacia ciertos símbolos por considerar que son de origen pagano. El problema es que en ocasiones se atribuye a esos elementos un peligro en sí mismos, y no tanto en el significado que hoy en día se les da. La peligrosidad de ciertos objetos reside en el significado que en cierto contexto social puedan tener. De este modo, si en nuestros días un cristiano decora el salón de su casa con una reproducción de un papiro egipcio, no lo estará haciendo por rendir culto a los dioses que puedan aparecer representados en él, sino porque le gusta ese estilo artístico o como recuerdo de un viaje al país del Nilo. O el hecho de llevar corbata no implica una afición a la guerra o una opción política, a pesar de que en su origen esta prenda la pusieron de moda los mercenarios croatas en la Francia del siglo XVII, y de que en el siglo XIX se vestían corbatas con colores diferentes como signo de adscripción a ciertas ideologías políticas.

Hay muchos elementos de uso cotidiano que en sus orígenes estaban asociados al paganismo o a prácticas inmorales, pero que hoy en día nadie, o casi nadie, asocia con esos valores, de ahí que en sí no sean peligrosos para los cristianos. Por poner un árbol de Navidad o por decorar con vegetación verde, en principio ninguna familia o iglesia va a correr peligro de deslizarse a la adoración de las fuerzas de la naturaleza. O por montar un pequeño belén con figuritas no hay riesgo de idolatría.

Por otro lado, la Navidad conserva un bagaje auténticamente cristiano, y por tanto aprovechable, que se ha transmitido a lo largo de los siglos: aunque de ningún modo debería concebirse como una tregua, puede ser positivo el espíritu de paz, alegría, solidaridad, encuentro familiar, incluso reconciliación que algunos tratan de promover en estas fechas. Y aunque la megafonía ha invadido nuestros espacios sonoros, todavía se pueden disfrutar en algunas poblaciones de grupos de niños o jóvenes interpretando por las calles villancicos en directo. Algunas de estas canciones de Navidad expresan correctamente el misterio de la encarnación del Hijo de Dios (otros son teológicamente aberrantes y musicalmente vulgares).

El seguidor de Jesús que recuerde un día al año de forma especial la encarnación de Cristo no necesariamente está incumpliendo su Palabra. Eso sí, si algún profeso cristiano sólo se acuerda de ese milagro el día de Navidad, realmente tiene un problema espiritual. Para el cristiano auténtico siempre es Navidad, pues el nacimiento de Cristo (tanto el acontecimiento histórico como el que cada día hemos de vivir en nuestro corazón) ha de celebrarse permanentemente.

Los cristianos en general, y los adventistas en concreto, suelen celebrar algunas festividades tradicionales de sus países o de su entorno social. Pienso que no es inapropiado hacerlo, siempre que no se otorgue a la fecha en sí un significado espiritual, equivalente por ejemplo al del sábado señalado por Dios. Los estadounidenses de las ideas más diversas se reúnen en familia el Día de Acción de Gracias; aunque exista el riesgo de darle un peligroso significado político-religioso a esa fecha (el reconocimiento de la supuesta elección providencial del país por parte de Dios), en principio los creyentes puede celebrarlo con un espíritu familiar. Seguro que hay cristianos en entornos musulmanes que, aunque no practican el ayuno del Ramadán, no tienen reparo en coincidir con amigos musulmanes en la cena que al final del mes hacen para romper el ayuno. Si unos amigos judíos me invitaran a celebrar la Pascua, aunque creo que nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada (1 Co. 5: 7), estaría encantado de compartir esos momentos con ellos (seguramente los apóstoles continuaron haciéndolo con sus hermanos judíos años después de la Resurrección).

En la medida en que no violentemos los mandatos de Dios y los dictados de nuestra conciencia, pienso que debemos hacernos “a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están bajo la ley, como bajo la ley, para ganar a los que están bajo la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley a Dios, mas bajo la ley a Cristo), para ganar a los que están sin ley” (1 Co. 9: 21). Pablo dijo que se podía comer tranquilamente de lo sacrificado a los ídolos (ver 1 Corintios 8 al 10), pues para los cristianos esos ídolos simplemente no existen, son dioses falsos. Ahora bien, si se da un sentido sagrado a esa comida, sin duda es pecado. Lo mismo se puede decir de la Navidad: si se le da un sentido litúrgico, con la convicción de que se está practicando un ritual espiritualmente necesario (como indicaría la doctrina oficial de la Iglesia Católica), la celebración es pagana.

En cuanto a la procedencia solar de la fiesta, similar al origen del domingo, habría que señalar lo siguiente: si el Señor hubiera ordenado que se recordara la natividad de Jesús un día concreto, y la sociedad celebrara otro día, sería grave celebrarlo en el día incorrecto, pues atentaría contra la voluntad expresa de Dios para el hombre. Pero el Señor no ha dejado ninguna instrucción clara sobre esta conmemoración, por lo que será pecaminosa o no según el sentido que le demos. En cambio, hay un mandamiento que claramente indica que debe guardarse el sábado, pero la mayor parte de los profesos cristianos asumen que no debe guardarse ese día, sino el día del sol, sin que jamás en la Biblia se indique tal cambio. Por supuesto, descansar el domingo no es pecado, aunque Dios no lo mande; pero dar un sentido espiritual a ese día, como conmemoración de la resurrección de Jesús, es pagano.


Propuestas

A continuación propongo algunas ideas relacionadas con la celebración de la Navidad:

1) Recordar cómo ocurrió realmente la natividad de Jesús, prescindiendo de elementos no bíblicos. Muchos no cristianos, al comprobar que la Navidad ha asimilado numerosas tradiciones míticas, acusan al cristianismo de ser una religión elaborada a partir de influencias de otras religiones. Por culpa del sincretismo de la tradición supuestamente cristiana, creen que lo bíblico tiene el mismo valor que lo mítico. De ahí que sea necesario eliminar los elementos legendarios para salvaguardar lo que la Escritura sí nos transmite. Por ejemplo, Jesús no nació ni se alojó de bebé en una cueva, como muchas veces se le representa; este espacio, que efectivamente se incorporó a la tradición sobre la Navidad, procede del culto a Mitra. (Curiosamente, la Biblia tampoco dice que Jesús naciera en un establo, sino sólo que acostaron al bebé en un pesebre, según Lucas 2: 7. Ni dice que hubiera un buey y un asno; estos animales están tomados de la asociación del nacimiento del Salvador con el texto de Isaías 1: 3: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene discernimiento”. Pero estos elementos populares no incitan a la confusión con mitos paganos).

2) Identificar correctamente a los magos de oriente, evitando llamarles “Reyes Magos”. Mantener el rigor bíblico en estos detalles, sin llegar a resultar quisquillosos o impertinentes, contribuirá a que el pueblo adventista, celoso por la verdad revelada, señale a la Biblia como única fuente de autoridad, y advierta sobre la intromisión de elementos paganos en muchas tradiciones tenidas por cristianas (como venimos haciendo tradicionalmente con respecto a otras verdades, como el sábado). No es infrecuente observar en carteles o fiestas de algunas de nuestras iglesias referencia a los “Reyes Magos”. La idea de que fueran reyes quizá proceda de la asociación (caprichosa) con Isaías 60: 3: “Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu alborada” e Isaías 49: 23: “Reyes serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies”. Por supuesto, tampoco podemos saber cuántos eran, a pesar de que llevaran tres regalos. Las primeras imágenes artísticas, ya del siglo III, muestran a dos o cuatro magos, y se llegaron a representar en números de lo más variado: seis, doce (en prefiguración de los apóstoles y simbolizando las tribus de Israel) y hasta sesenta. Por supuesto, los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, y otros que se les atribuye, también son tardíos, así como su iconografía representando tres edades o tres razas (Baltasar no apareció como negro hasta el siglo XIV), y la fecha de su festividad, 6 de enero, corresponde a una fiesta pagana anterior. Hoy en día se rinde culto idolátrico a sus supuestas reliquias en la catedral católica de Colonia.

3) Evitar el consumismo. Más que la fecha solar o el árbol, la auténtica naturaleza pagana de estas fiestas reside en la vorágine materialista y hedonista que todo lo invade: la fuerte presión publicitaria, que para colmo explota interesadamente los valores más entrañables, con el objetivo de que nos prodiguemos en regalos (algunos de ellos “de compromiso”) o nos gastemos cifras escandalosas en alimentos con precios artificialmente inflados, que a su vez inflarán nuestros cuerpos (“total, una vez al año…”); la lotería, retransmitida simultáneamente durante horas por todos los medios de comunicación, asumiendo que todos los españoles estamos deseando hacernos ricos de golpe y sin esfuerzo, y generando esa mezcla ridícula de admiración y envidia hacia los “agraciados”… La Navidad, tal como se celebra hoy, simboliza el triunfo del capitalismo, con su traducción estética en iluminaciones de dudoso gusto, proliferación de adornos producidos en serie, “papá noeles” y “santa clauses” de lo más vulgar y kitsch, y villancicos a ritmo de percusión electrónica expelidos sin cesar por los altavoces de centros comerciales y muchos rincones de las ciudades.

4) Promover la solidaridad, aprovechando la sensibilización social en estas fechas, pero tratando de hacer de ella algo continuo a lo largo del año. Recuerdo que un pastor contó en estas fechas una historia “conmovedora”, en la que una familia invitaba a un “sin techo” a comer con ellos por Navidad. Y yo me preguntaba: ¿Y qué hicieron con él tras la cena? ¿Lo volvieron a mandar a las frías calles del invierno? Evitemos la solidaridad transitoria.

5) Preparar regalos sobre todo para los más necesitados, como recomienda Ellen White. Es triste ver cómo en muchas iglesias se celebra el “amigo secreto” para la autocomplacencia, cuando quizá no se ha pensado en quienes no tienen amigos secretos, ni siquiera conocidos…

6) Aunque podemos servirnos del clima positivo que las fiestas favorecen (el “espíritu de la Navidad”), no concibamos estas fechas como una tregua en las relaciones, como un momento sacro en el calendario litúrgico, que será quebrado tan pronto como tras las fiestas volvamos a las rutinas habituales. Esta tentación también existe con el sábado (con la diferencia de que éste sí es un día sagrado); hay hermanos que no harían ciertas acciones de dudosa moralidad en ese día “tabú”, pero las llevarían a cabo a la puesta de sol, sin que por ello la cualidad moral intrínseca de las mismas haya cambiado…

7) Hoy en día casi todas las familias occidentales ven la Nochebuena como una ocasión de encontrarse y cenar juntos. La Navidad se entiende socialmente como una fiesta familiar. Ya que hay cierta sensibilidad hacia lo espiritual o lo ético mayor que el resto del año, puede ser una buena ocasión para que en esa cena o en esas fechas se hable o se reflexione acerca del niño que nació en Belén, y del sentido de ese nacimiento. Se pueden enviar postales o correos electrónicos bien seleccionados, añadiéndoles textos bíblicos que aluden al tema y que hacen pensar sobre él. Es un momento en que la gente no tiene tantos prejuicios para oír hablar de Jesús.

8) “Celebrar la Navidad” en cualquier momento del año: resulta muy didáctico, desde el punto de vista teológico, predicar en nuestras iglesias sobre el nacimiento de Jesús en abril, o en julio, recordando que es Navidad. No reservemos los himnos de Natividad para las fechas en que el mundo pone de moda el tema: programémoslos en los cultos de cualquier momento del año. Hay quienes desean “Feliz Navidad” a sus amigos desde febrero hasta noviembre; es un recurso que puede servir para hacer pensar sobre el significado real de que Cristo haya nacido en este mundo, y para hablar sobre la encarnación del hijo de Dios.

9) Destacar que la evocación del nacimiento de Jesús es un acto conmemorativo, pero no litúrgico (véase la sección final del artículo).

10) No participar en la “guerra cultural de la Navidad”.


La guerra cultural de la Navidad

Hoy en día existe un movimiento social contra la celebración de ciertas festividades religiosas, protagonizado por grupos laicistas que proponen la retirada de lo religioso del ámbito público. Aunque en ocasiones resultan extremistas, hay que reconocerles su grado de razón; durante siglos en los países llamados “cristianos”, y no sólo en los católicos como España, se han impuesto prácticas religiosas al conjunto de la población: asistencia a servicios religiosos, procesiones, días festivos, ayunos, actos litúrgicos… Las minorías religiosas o los no creyentes normalmente no han tenido margen para vivir según les indicaba su propia conciencia. Un requisito fundamental para garantizar la libertad religiosa es desvincular las prácticas de ciertas confesiones concretas del ámbito público, especialmente el estatal. La celebración de la Navidad está teñida hoy más de aspectos populares y comerciales que de un carácter confesional, de ahí que resulte ridículo combatirla en nombre de la aconfesionalidad; pero es perfectamente legítimo que haya no creyentes, y por supuesto también cristianos, que prefieran prescindir de ella y evitar sus símbolos.

La agencia Adventist News Network (14/12/2005) recogía las declaraciones de Joe Wheeler, un autor adventista que ha escrito la serie de catorce exitosos libros La Navidad en mi corazón: “No sé por qué ha surgido este movimiento [de rechazar el saludo 'Feliz Navidad'], a menos que nos estemos volviendo tan secularizados... que aun los cristianos profesos no estén practicando la religión de la manera en que lo solían hacer”. “Como cristianos adventistas necesitamos reconocer que cuando Pablo dijo que no dejemos que el mundo nos obligue a adoptar su molde, estaba hablando de algo que trasciende el tiempo”. “Con los medios que nos acosan las 24 horas del día, todos los días de la semana, estamos enfrentando esto como nunca antes. Requiere de un esfuerzo casi sobrehumano evitar esto”.

Wheeler asocia el rechazo a la Navidad con el conformismo social; pero habría que preguntarse: ¿Y acaso la celebración de la Navidad no comporta en gran medida una adaptación a la presión social? ¿Acaso el ciudadano no tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano si quiere evitar la música, los símbolos, los eslóganes y todo tipo de elementos navideños con que los medios de comunicación y los comercios nos bombardean en estas fechas? Lo cierto es que la posición de Wheeler coincide con la peligrosa corriente que en su país protagoniza la llamada Derecha Cristiana [2], cuyo principal objetivo es unir política y religión, y recuperar la supuesta identidad cristiana de Estados Unidos, considerando al conjunto de la sociedad como un grupo religiosamente homogéneo, y amenazando gravemente la libertad de conciencia. (En otros países existen movimientos similares; en España la iniciativa de estas guerras culturales la lleva la Iglesia Católica Romana, con cada vez mayor acogida en el mundo evangélico.) Y resulta chocante que Wheeler haya escrito también un libro sobre el supuestamente cristiano “San Nicolás” (en realidad, tan pagano como la mayoría de las leyendas hagiográficas), una figura que ciertas campañas actuales quieren recuperar, desplazando al más bien inocuo Papa Noel o Santa Claus. Es triste comprobar cómo algunos adventistas no se dan cuenta de que la mayor amenaza a la libertad en nuestros días no es el secularismo (aun siendo peligroso), sino la imposición de un “cristianismo” espurio.

Pero lo más grave de este autor es que considera que “los adventistas –cuyo nombre denominacional habla de la segunda venida de Cristo– deberían también contemplar su primer Advenimiento”, y para ello propone que “durante la estación navideña, sea como fuere, al menos durante los 24 días del Adviento que deberíamos tomar en serio, deberíamos interrumpir las intromisiones electrónicas en nuestras vidas”. Los creyentes deberíamos “leer el relato a nuestros niños, leer el relato de la Escritura, realizar juegos, hacer regalos en lugar de comprarlos, visitar a los ancianos, y realizar actividades divertidas con nuestras familias para redescubrirlas”. ¿Tiene el Adviento un valor similar al del Segundo Advenimiento?


¿Adviento adventista?

Según la tradición católica (conservada en algunas iglesias protestantes históricas) el Adviento es un tiempo litúrgico correspondiente a los cuatro domingos anteriores a la Navidad. El Catecismo de la Iglesia Católica explica que “al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf Ap 22, 17)”. Pero, aunque se menciona la Segunda Venida, la teología católica del Adviento pone mucho más énfasis en la “actualización” de la natividad que en la certeza de la parusía, y destaca la idea de que Cristo llega de forma espiritual, pero real, en la festividad del 24 de diciembre. De acuerdo con estas doctrinas, ese día es el “cumpleaños de Jesucristo” (en cierta ocasión me sorprendió que una iglesia adventista los niños cantaran el día de Navidad “Jesús, hoy es tu cumpleaños”; considero que ésta sí es una concesión excesiva al paganismo). Admitir el tiempo de Adviento implica participar de una visión cíclica de la historia de la salvación, interpretando de forma sacramental que Cristo nace cada año (lo mismo que en la misa católica se “actualiza” su sacrificio cada día, y en la Semana Santa se ritualiza su muerte). Con no poca sabiduría, canta una copla flamenca:

Esta noche nace el Niño,
es mentira, que no nace,
éstas son las ceremonias
que to’ los años le hacen.

Frente a la concepción cíclica pagano-católica del Adviento, la Biblia presenta una visión de la historia como una sucesión de proyectos humanos fallidos, y una irrupción final y abrupta de Dios para instaurar su Reino. Jesús no “nace” cada año, ni “viene” por Adviento y Navidad, sino que nació físicamente en un momento concreto de la historia, y puede nacer espiritualmente cada día, cada momento, en la vida del cristiano. Su encarnación en nuestras vidas no depende del calendario, sino de nuestra aceptación. Y la única venida pendiente es su regreso definitivo para redimir a la humanidad.




Fuente: Spectrum Magazine / Café Hispano
Autor: Jonás Berea


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viernes, 12 de noviembre de 2010

Si yo fuese el Diablo. Por George R. Knight

El Adventismo del Séptimo Día al filo del siglo veintiuno está en un lugar que nunca esperó estar; en la tierra. Más allá de eso, se ha expandido más allá de los sueños más descabellados de sus fundadores; y continúa expandiéndose. Cuando yo me uní a la iglesia en 1961, había algo más de 1 millón de adventistas alrededor del mundo. Esa cifra se expandió a más de 2 millones in 1970, 3.5 millones en 1980, cerca de 7 millones en 1990, y alrededor de 11 millones en el 2000.

A la tasa de crecimiento actual, podemos esperar 20 millones de adventistas en el 2013 y 40 millones entre 2025 y 2030, si el tiempo durara. ¡Qué cambio desde 1848, cuando sólo había alrededor de 100 creyentes! Para ellos la visión de Elena G. de White sobre las publicaciones, de que el adventismo algún día sería como rayos de luz extendiéndose alrededor de la tierra, les debe haber parecido un disparate alocado. Si uno de ellos hubiese predicho 11 millones de adventistas, los otros, como la Sara de antaño, probablemente se hubieran reído a carcajadas.
Hay una sensación de que lo imposible ha sucedido. Aquellos primeros creyentes eran pocos, pobres, y débiles. Por otro lado la iglesia hoy son muchos, con la más amplia presencia mundial en la historia del protestantismo, con millones de dólares en adquisiciones y recursos.

Sin embargo el crecimiento ha traído sus propias complicaciones y desafíos. Las cosas eran simples en los primeros días de la Iglesia Adventista. Todos hablaban el mismo idioma, todos pertenecían a la misma raza, todos vivían en una parte relativamente restringida del noreste de los Estados Unidos, y todos habían sido criados en una cultura que les proveía con un sistema de valores y expectaciones compartido.

En el año 2000 el adventismo está lejos de ser simple. Nos saludamos desde más de 200 naciones, utilizamos más de 700 idiomas, y variamos grandemente en nuestras expectaciones y trasfondos culturales.

El adventismo hoy tiene finanzas sin paralelo y reservas de obreros capacitados, sin embargo enfrenta desafíos sin precedentes al moverse hacia adelante con su misión. Afortunadamente, nuestro Dios es Dios de lo imposible. Para mejor o para peor, Él ha escogido usar más bien instrumentos humanos para terminar Su tarea.

Si yo fuese el diablo (que es uno de mis juegos favoritos), reuniría todas mis energías contra el elemento humano en los planes de Dios en tanto su iglesia intenta moverse del presente al futuro. De hecho, si yo fuese el diablo, planificaría mi estrategia muy cuidadosamente. Tendría un plan muy bien pensado para frustrar a la iglesia en su misión.


Objetivo: Jóvenes.

La primera cosa en mi agenda sería la generación de adventistas que está próxima a aparecer. Si yo fuese el diablo, pondría mis mejores energías para lograr que la iglesia rechace las ideas y planes de la generación que viene. Y eso no sería muy difícil, ya que en la mayoría de áreas no se visten como sus integrantes más viejos, no cantan como ellos, o ni siquiera piensan como ellos. Cuando me toque gente mayor que le ponga mala cara a las guitarras, al mismo tiempo les ayudaré a que se olviden que los primeros adventistas ni siquiera permitían órganos en sus iglesias. Cuando haga un disparo a sus así llamados dramas, ayudaré a sus mayores para que se olviden que Jesús usó historias ficticias como la del Rico y Lázaro, y que Elena G. de White usó el término drama para referirse a lo que nosotros conocemos como telenovelas [o teleseries]. Incitaría a los miembros de más edad para que piensen que los dramas son un gran mal en vez de una parábola actuada. También ayudaría a la Iglesia Adventista a que se olvide que su propio movimiento fue iniciado en su mayoría por gente joven cuyas ideas eran innovadoras y creativas.

El diablo no es tonto. Él sabe que si puede desanimar a lo mejor de nuestros jóvenes para que se hagan cargo de la iglesia, ésta estará muerta o agonizante. Para alcanzar a la nueva generación, nosotros debemos aprender a comunicarnos en el lenguaje de su tiempo, tal como Jesús usó el lenguaje y modismos de Su tiempo y Jaime White lo hizo en el suyo. Si la iglesia insiste en usar modismos del siglo diecinueve para alcanzar a jóvenes en el siglo veintiuno, eventualmente terminará como los Amish (cuákeros) que han mantenido sus formas y tradiciones pero han perdido su misión para con el mundo.

La iglesia necesita reconocer que las generaciones venideras ni siquiera piensan como los que nacimos alrededor de 1940 y antes. La lealtad a las marcas desapareció. El mundo post-Watergate, post-Vietnam, post-moderno tiende también a ser post-denominacional. La iglesia ya no puede esperar lealtad sin pensar o producida por sentimientos de culpa sólo porque los jóvenes hayan nacido adventistas o porque ellos piensan que el adventismo tiene la verdad. Al contrario, la iglesia necesita demostrar que es verdad lo que proclama ser y que está utilizando sus fondos y recursos fielmente. La juventud de hoy hace muy poco asco respecto a usar sus recursos y talentos fuera del adventismo organizado.

Este no es un problema pequeño. Los jóvenes de la iglesia son su más grande posesión, y los jóvenes de afuera de la iglesia son su campo misionero presente y futuro. Los jóvenes son la más grande oportunidad del adventismo y su más serio desafío. La iglesia debe formular planes para alcanzar sus mentes y lograr su apoyo. Ellos serán la iglesia del futuro.


Objetivo: Visión.

Si yo fuese el diablo, haría que la iglesia piense en pequeño. Esta táctica está cercanamente relacionada a la que tienen los jóvenes frustrados. Yo conozco adventistas que pueden dar 110 razones del por qué casi cualquier cosa que se les sugiere no se puede hacer. Y normalmente apoyan sus razones con versículos bíblicos y citas de Elena G. de White tomadas fuera de contexto.

Tales apóstoles del negativismo aparentemente nunca han leído Testimonies for the Church (Testimonios para la Iglesia), volumen 6, página 476. Elena G. de White escribió: "Nuevos métodos y nuevos planes saldrán de nuevas circunstancias. Nuevos pensamientos vendrán con los nuevos obreros que se darán a si mismos para la obra.... Ellos recibirán planes ideados por el Señor mismo." Nuevos obreros son a menudo obreros jóvenes.

Pensar en pequeño en el Adventismo significa que la Iglesia X bautizará 50 en el 2001, más bien que su blanco proyectado de 25; significa alcanzar la marca de los 20 millones para el 2007 en vez de lo que estaba proyectado para el 2013. Con pensar en pequeño la iglesia estará en el planeta por un largo tiempo.

Pienso en mi amigo Arnold Trujillo que está en Hawaii. El ahora tiene 29 iglesias y grupos con 5.500 miembros, pero ha declarado públicamente que su meta es tener 10.000 iglesia-hogares de 12 miembros cada una para el 2005 y actualmente está trazando las bases para esa expansión. ¿Eso es visión o ilusión? Ambas podrían estar muy cerca. Nunca se olvide que Jesús mandó a los 11 discípulos que llevaran el evangelio a "todo el mundo" (Marcos 16:15), y nunca se olvide la tarea imposible que enfrentaron nuestros propios antepasados en el adventismo. Necesitamos pensar en la magnitud de la lluvia tardía y la fe. ¿Cómo podemos pensar en grande y utilizar mejor nuestros fondos y recursos para hacer nuestros sueños realidad?


Objetivo: Conformismo.

Si yo fuese el diablo incitaría a la gente a creer que sólo hay una manera de hacer algo y que todos tienen que hacerlo de esa única manera. Tomemos por ejemplo a la adoración (el culto). Hace unos pocos años en la División Norteamericana tuvimos algo de tensión en cuanto a lo que se llamó culto "celebration" No sé mucho acerca de la adoración "celebration", pero sé que en un servicio de culto adventista promedio me puedo quedar dormido durante la invocación, despertarme en la última oración y decirles exactamente que pasó.

La iglesia tiene que darse cuenta, como lo escribe Elena G. de White, que “no todas las mentes deben ser alcanzadas por los mismos métodos” (Testimonies, Vol. 6, p. 116). Estilos de adoración, por ejemplo, están relacionados con la clase socioeconómica de una persona. Lo que tal vez alcance a algunas comunidades de clase media-alta quizás no alcance a Pentecostales o Anglicanos u Ortodoxos o Islámicos. No estoy diciendo que nos hagamos Pentecostales o Islámicos, pero que debiéramos tener modos de alcanzarlos que les sean atractivos. El adventismo no necesita una o dos maneras de adorar, sino 50. Otra manera de decirlo es que si todos en la iglesia se parecen a mí, entonces no estamos llegando muy lejos.

He hablado acerca de la adoración, pero lo mismo puede ser dicho acerca del evangelismo. Nuestro Dios ha creado variedad en todos lados. Nosotros debemos movernos más allá de la cosecha de uno en uno en una comunidad dada y alcanzar a todos los hijos de Dios. Si vamos a alcanzar a aquellos que menos se parecen a nosotros, debemos conscientemente desarrollar métodos y procedimientos que sean más bien distintos a los tradicionales.


Objetivo: Innovación.

Si yo fuese el diablo minimizaría la importancia de las nuevas tecnologías en la terminación de la obra de la iglesia. Las nuevas tecnologías tienen tremendo poder tanto para bien como para mal. Muy a menudo le hemos dejado el campo al diablo. H.M.S Richards una vez me dijo que él tuvo que luchar con los hermanos a cada paso. La radio en 1930 era demasiado nueva, demasiado radical, demasiado innovadora, demasiado no probada, “un desperdicio del dinero del Señor.”

Hoy en día estamos en la frontera de las tecnologías para esparcir los mensajes de los tres ángeles que Richards ni siquiera soñó. Hoy como nunca antes necesitamos una generación con el espíritu de H.M.S Richards pero con las imaginaciones del siglo veintiuno.

Antes de dejar el tema de la tecnología, necesito decir que yo pensé que la idea de NET (programa norteamericano vía satélite) era loca. ¿Quién iría a una iglesia para ver a un predicador en una pantalla? Estoy contento de que estaba equivocado. El programa NET ha puesto a los adventistas en la misma frontera de algunos tipos de comunicación mundial.
¿Qué otras ideas están allá afuera para ser descubiertas? ¿Y cómo podemos utilizarlas mejor?


Objetivo: Participación.

Si yo fuese el diablo, haría de los pastores y administradores el centro de la obra de la iglesia. Debe haber sido el diablo el que nos dio la idea de que el pastor debería hacer toda la predicación, dar todos los estudios bíblicos, ser el básico ganador de almas de la iglesia, y tomar y llevar a cabo todas las decisiones administrativas de la iglesia.

Necesitamos movernos más allá de ver a las iglesias como centros de entretenimiento para los santos. Necesitamos poner más sacerdotes en el sacerdocio de los creyentes. Si esperamos que los pastores terminen la obra, el adventismo estará en la tierra por un poco más que la eternidad. El desafío es crear una generación de pastores y administradores adventistas que sean preparadores, que tengan la habilidad de ayudar a la gente a usar sus talentos en la obra de alcanzar al mundo. Los pastores necesitan llegar a ser capacitadores. No mamas gallinas cubriendo a sus polluelos.

Se dice que Al McClure dijo en una convención de plantación de iglesias que cualquier iglesia que no se divide en dos o planta otra iglesia en tres años debería perder a su pastor. Y si el pastor McClure no dijo eso, debería haberlo dicho. El adventismo necesita tomar pasos definidos para remoldear el rol del pastor en el de un capacitador.


Objetivo: Congregaciones Locales.

Si yo fuese el diablo, socavaría la importancia de la congregación local. Una de las grandes necesidades del adventismo es la creación y mantenimiento de congregaciones locales vibrantes. Una congregación saludable no es un grupo de individuos independientes, sino una unidad de creyentes alcanzando a la comunidad que está a su alrededor.

La tarea de la iglesia mundial en la organización de la Asociación General es la de coordinar fondos y personal para enviar el mensaje de Cristo a los rincones más lejanos de la tierra. De ese modo el congregacionalismo como forma de organización no es suficiente en si mismo. Por otro lado, la denominación como un todo será solo tan saludable como lo sean sus congregaciones locales. ¿Qué puede hacerse para crear salud en nuestras congregaciones locales?


Objetivo: Administración.

Si yo fuese el diablo, crearía más niveles administrativos y generaría más administradores. De hecho, si fuese el diablo, pondría a tantos empleados exitosos como pudiera tan lejos del escenario de acción como fuese posible. Los pondría detrás de escritorios, los taparía de papeles, y los inundaría con comités. Y si eso no fuese suficiente, los cambiaría a los así llamados niveles más y más altos hasta que tuviesen poquísimo contacto directo y constante con la gente que hace andar la iglesia. No me malentiendan. Creo en la organización eclesiástica. Pero también creo en el alimento, y se que demasiado de algo bueno tiene resultados menos que saludables. Muchos adventistas creen que el adventismo necesita recortar el número de sus niveles administrativos y sus bienes raíces administrativos para así poner más dinero y energía en pelear la batalla en las líneas del frente. Muchos adventistas están cansados de pagar la cuenta masiva de un sistema de niveles múltiples.

En el Concilio Anual en Brasil del año 1999 yo mencioné que no hay iglesia en el mundo con tantos niveles administrativos que mantener como el adventismo. Cuando ese artículo fue publicado en la Adventist Review, el editor quería insertar “excepto el Catolicismo Romano.” Yo respondí diciéndoles que añadan “incluyendo el Catolicismo Romano.” El sistema Católico Romano tiene dos niveles sobre la congregación local, mientras que el adventismo tiene cuatro. Nuestro sistema actual fue desarrollado en la era del carro de caballos, cuando ni siquiera había aparecido el teléfono. El desafío para la iglesia en el siglo veintiuno será reorganizarse para la misión a lo largo de líneas que tomen en cuenta los transportes y comunicación modernos.

Más y más adventistas se están dando cuenta de que hay otras maneras de estructurar la iglesia en el mundo posmoderno que liberarían tanto dinero y obreros para terminar la obra del Señor en la tierra. Demasiado dinero, dicen muchos, está siendo usado para mover la maquinaria, como si la maquinaria fuese un fin en si mismo. Muchas de las oportunidades potenciales del futuro tienen que ver con una reestructuración exitosa de una manera que libere recursos. Está tarea podría ser uno de los mayores desafíos que enfrentamos al comienzo del siglo veintiuno.


Objetivo: Espiritualidad.

Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas le tengan miedo al Espíritu Santo. Demasiados de nosotros temen al pentecostalismo cuando pensamos en el tema del Espíritu Santo. Por otro lado, necesitamos recordar la enseñanza bíblica acerca de la necesidad del Espíritu en el trabajo cristiano. Elena G. de White enseñó que la recepción del Espíritu Santo trae todas las otras bendiciones consigo.

Hace algunos años hice una observación en una presentación en la Asociación General de que los adventistas no creen realmente en las 27 creencias fundamentales. Especialmente la que es acerca de los dones espirituales. Creemos en el don espiritual más bien que en los dones, y la mayoría de nosotros restringimos ese don a una persona que ha estado muy segura en su tumba desde hace 85 años.

¿Que pasaría si de pronto hoy en el pulpito yo recibiese un verdadero don de lenguas? Posiblemente me sacarían de la plataforma. ¿Que si recibiese un verdadero don de profecía? Casi seguro que se reuniría un masivo comité para estudiar la situación durante los próximos diez años. Ahora, tengo que admitir que el solo hablar acerca de esas cosas me pone nervioso porque el Espíritu es imposible de controlar.

Por otro lado, tenemos la promesa en Joel 2 del derramamiento espiritual en los últimos días, un derramamiento espiritual que probablemente dividirá a la iglesia por la mitad. ¿Cuanto realmente pensamos acerca del Espíritu Santo y el derramamiento de la lluvia tardía? ¿Estamos tan enfocados en blancos y estructuras y esfuerzos humanos que hemos olvidado el poder esencial detrás de cada uno de ellos?. ¿Que pasos pueden ser tomados para permitirle al Espíritu el lugar que le corresponde dentro del adventismo? ¿O esperamos completar nuestra obra sin su fastidiosa presencia?


Objetivo: Estadísticas.

Si yo fuese el diablo, alentaría a la denominación a continuar jugando el juego de los números. Lo peor que alguna vez les paso a los adventistas fue aprender a contar. Contamos números, iglesias, instituciones, dinero, y todo lo demás. En tanto los números pueden tener su lugar que les corresponde, tienen muy poco que hacer con la realidad de una obra terminada. Un resultado del juego de los números es que tendemos a poner nuestro dinero donde podemos obtener la mayor cantidad de bautismos por la mínima cantidad de dinero, donde podamos obtener el máximo de resultados. Eso ha significado que no hemos puesto la clase de esfuerzo que se necesita en aquellas partes del mundo que son más difíciles de alcanzar. En la División Norteamericana el grupo más difícil de evangelizar son los caucásicos. Algunos años atrás escribí al presidente de la división de que si no empezábamos a poner más esfuerzo hacia evangelizar creativamente ese grupo satisfecho de sí mismo, en 50 años el mayor grupo no alcanzado en el mundo serían los norteamericanos blancos.

El problema de los números toma diferentes configuraciones en las distintas partes del mundo, pero necesitamos enfrentarlo consistentemente en nuestra planificación si esperamos alguna vez alcanzar a todos los hijos de Dios.


Objetivo: Profecía.

Si fuese el diablo, yo haría que los adventistas del séptimo día olvidaran, o por lo menos minimizaran, su herencia apocalíptica. El adventismo nunca se ha visto a si mismo sólo como otra denominación, sino más bien como un movimiento profético, con sus raíces en Apocalipsis 10-14. Es esa creencia en el adventismo como pueblo especial llamado a salir con un mensaje urgente lo que ha empujado a la iglesia a los confines de la tierra. Cuando esa visión desaparezca, el adventismo llegará a ser solo otra denominación desdentada que tiende a ser un poco mas peculiar en alguna de sus creencias que otras.

Nuestro enfoque en lo apocalíptico en la planificación futura determinará si el adventismo continuará siendo un movimiento o se transmutará en un monumento del movimiento y eventualmente en un museo acerca del movimiento. Mientras estamos en el tema de lo apocalíptico, es importante que hablemos a la gente de nuestra época. No hace que la gente se excite respecto de la cercanía del advenimiento el decirles que hubo un gran terremoto en Lisboa en 1755 y que las estrellas cayeron en 1833.

No tengo ningún problema con esos eventos y su historicidad y su poder sobre la gente en el siglo diecinueve. Pero necesitamos ayudar a la gente a que vea los eventos apocalípticos que están sucediendo en el marco de nuestros días.


Objetivo: Equilibrio.

Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas sostengan que todas sus creencias son de igual importancia. Por el contrario, el hecho simple es que el tener una relación salvadora con Jesús está en el centro mismo del cristianismo. Esa relación no está al mismo nivel que el comer unas chuletas de cerdo. He conocido guardadores del sábado que son más malos que el diablo. He conocido vegetarianos que son más malos que el diablo. La iglesia necesita pensar en sus creencias en términos de qué es primario y qué es secundario, o de qué es central y qué está en el borde.

La imagen bíblica es clara de que todo el cristianismo genuino fluye de una relación salvadora con Jesucristo. Es muy fácil ser adventista sin ser cristiano. En la totalidad del programa misionero del adventismo la centralidad de Cristo tiene que ser clara como el cristal.


Objetivo: Unidad.

Si yo fuese el diablo, haría que los adventistas se peleen entre ellos. Cualquier tema antiguo serviría – estilos de adoración, teología, normas del vestir. Después de todo, si los adventistas estuviesen ocupados disparándose todas sus balas entre ellos, no les quedarían muchas para mí.

El diablo ha sido bastante exitoso en esta estrategia. ¿Que puede hacerse para ayudarnos a encontrar y derrotar al enemigo real?

Yo haría que tantos adventistas como fuese posible piensen tribal, nacionalista, y racialmente. Haría de la iglesia una gran pugna por el poder, sin hacer caso de la misión y la eficiencia. Habiendo hecha esa declaración, me apresuro en agregar que hay injusticias que necesitan ser rectificadas y situaciones complejas que nunca podrán ser completamente enderezadas. Mi súplica es que aun en las situaciones mas difíciles e injustas necesitamos comportarnos como hermanos y hermanas nacidos de nuevo, capaces de discutir estas cosas sin perder de vista la misión de la iglesia, lo que hace que cada asunto sea significativo en primer lugar.
El adventismo necesita desarrollar mecanismos para enriquecer e iluminar su multiculturalismo y su internacionalismo.


Objetivo: Estilo de Vida.

Y finalmente, si yo fuese el diablo, haría que los adventistas se vean seres miserables el Sábado. Permítame preguntar: ¿Cuando se regocijan los adventistas? ¿El viernes al atardecer o el Sábado al atardecer? Muchos de nosotros actuamos como si el Sábado fuese el castigo por ser adventista, en vez de una señal de nuestra salvación y la bendición más grande de la semana. Esta actitud desafortunada sucede en muchas de nuestras iglesias. He ido a iglesias adventistas en donde nadie me ha saludado. No queriendo hacerlos sentir incómodos, no dije nada tampoco. La única cosa que no sabían era que yo era el orador ese día. Y después a la mitad del sermón les pregunté, “si usted no fuese un miembro de la iglesia adventista y viniese a esta iglesia, ¿regresaría alguna vez?”. Entonces les dije que si yo fuese ese no adventista, nunca regresaría.

Se necesita más que una doctrina correcta para llenar una iglesia. No solo necesitamos verdades doctrinales, sino la verdad como esta en Jesús.


Declarando Lealtad.

Estoy cansado de jugar al diablo. ¿Donde entra Dios en todo esto?

Si fuese Dios, alentaría a la Iglesia Adventista del Séptimo Día a que empiece a pensar, planificar, y actuar en una manera que derrote el plan de juego del diablo. Alentaría al adventismo a multiplicar el poder de sus bendiciones, tratando sus desafíos en una manera abierta, honesta y cristiana, y a que pongan todas sus energías en maximizar sus oportunidades misiológicas. El éxito no vendrá por accidente. Será el producto de pensamiento, planificación, y acción deliberada.

Para cerrar, agradezco a la administración de la Asociación General por el llamado a pensar y discutir significativamente. La tarea de hoy es para cada uno de nosotros: identificar las mayores oportunidades para la iglesia y los mayores desafíos que enfrentamos en tanto miramos la misión terminada en el siglo veintiuno.



Originalmente este articulo ha sido publicado el 07.06.07 en uno de los blogs que pasaron a conformar lo que es hoy OjoAdventista.com.




Fuente: "If I were the Devil" / Adventist Review
Esta presentación fue hecha durante el espacio "Ventanas a la Misión" de las reuniones de negocios en la sesión del Congreso Mundial de la Asociación General en Toronto del año 2000.
Autor: George Raymond Knight (1941 -) historiador, escritor y educador adventista. Es profesor emérito de historia eclesiástica en la Andrews University, Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos.
Traducción: Daniel Saez V. / alumno de Teología en la Universidad Adventista de Chile. Traducción publicada por Rolf Baier Schmidt (20.4.2005)






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sábado, 2 de octubre de 2010

"Forjando una identidad". Por Stanley D. Hickerson

Lectura bíblica

"Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre". Éxodo 33:12-17


Introducción

Cuando al Presidente de la Asociación General, William Ambrose Spicer, se le preguntó: “¿Qué sería usted si no fuera un adventista del séptimo día?”, la persona que hacía la pregunta esperaba, sin duda, que él identificara a alguna denominación que tuviera muchas doctrinas en común con las nuestras – posiblemente los Bautistas del Séptimo Día, en cuya iglesia Spicer había crecido. Pero sin vacilar, el Pastor Spicer respondió: “Estaría avergonzado de mí mismo”.

¿Avergonzado? ¿Por qué? ¿Qué ES un adventista del séptimo día? ¿Por qué elegimos ESE nombre? ¿Por qué, en todo caso, necesitamos un nombre? Para mí, una historia del libro de Éxodo ilumina estos aspectos relacionados con nuestra identidad.

En la secuela de la horrible apostasía ocurrida al pie del Monte Sinaí, con la adoración al becerro de oro, Dios le dijo a Moisés que prosiguiera con el pueblo hacia la Tierra Prometida. Pero Moisés no estaba dispuesto a hacerlo solo. Solamente iría si Dios iba con ellos.

En Éxodo 33 encontramos una conversación en tres partes entre Moisés y Dios, y en ella descubrimos la estrecha relación entre los dos, el urgente deseo de este líder de conocer verdaderamente a Dios, y también el secreto de nuestra identidad.


Interacción Número Uno (Éxodo 33:12-14)

Moisés comienza declarando su dilema: “Tú me has dicho que conduzca este pueblo a la Tierra Prometida”, le recuerda a Dios, “pero tú mismo no me has dicho a quién enviarás conmigo”. Moisés todavía está conmocionado por el mensaje de Dios registrado en los versículo 1-3: “Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abrahán, Isaac y Jacob, diciendo: ‘A tu descendencia la daré’; y yo enviaré delate de ti un ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Sube a la tierra que fluye leche y miel; pero yo NO subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.”

Dios afirma claramente que él NO subirá con ellos, porque son “un pueblo obstinado“, y porque él podría destruirlos en el camino.

El pueblo de Israel respondió humildemente a la declaración de Dios y se vistieron de luto y se quitaron sus ornamentos, de acuerdo al pedido de Dios. Moisés nuevamente se acerca al Señor con un pedido. En el versículo 12 Moisés le recuerda a Dios de su afirmación personal: “Tú has dicho: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado gracia en mis ojos”.

“Ahora, pues”, suplica Moisés: “si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos”(33:13). Aquí Moisés sugiere un curioso círculo para conocer a Dios.

1. “Si he hallado gracia…
2. muéstrame ahora TU CAMINO,
3. para que te conozca a TI,
4. y así halle gracia…”

Aprendemos a conocer a Dios al aprender a conocer SUS CAMINOS, y este proceso nos lleva a una relación descrita como “hallar gracia”.

Moisés entonces le recuerda a Dios de algo más: “y mira que esta gente es pueblo TUYO”. Esto puede ser una referencia a la orden de Dios registrada en el versículo 1: ”Anda, sube de aquí tú y el pueblo que TÚ sacaste de la tierra de Egipto”. Estas palabras deben de haber estado estrujando el corazón de Moisés debido al mensaje de Dios registrado en el capítulo anterior (32:7,8): “Anda, desciende, porque TU pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé, se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto”.

Dios responde entonces bondadosamente: “Mi rostro, mi presencia, irá contigo, y te daré descanso” (33:14).


Interacción Número Dos (Éxodo 33:15-17)

Sin embargo Moisés insiste: “Si tu presencia NO ha de ir conmigo, NO nos saques de aquí”. En otras palabras: “Yo no conduciré a TU pueblo ni un kilómetro, si TÚ no eres nuestro líder”. Y luego explica por qué: “Porque en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y TU pueblo, sino en que TÚ andes con nosotros, y que yo y TU pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” La presencia misma de Dios es lo que nos distingue de todo otro pueblo. Es SU PRESENCIA lo que nos da nuestra identidad.

El Señor le asegura a Moisés: “También hare esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.”


Interacción Número Tres (Éxodos 33:18-23)

Alentado por las promesas de Dios, Moisés urge un pedido más: “Te ruego que me muestres tu GLORIA”. “Tú has prometido que Tu Rostro, Tu Presencia, irá con nosotros –Muéstrame”.

Dios respondió: “Yo hare pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti”. ¿Y qué es este “bien”? “Y tendré misericordia”, aseguró el Señor a Moisés, “del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente”. Pero ¿qué acerca del Rostro de Dios? “No podrás ver mi Rostro”, le dijo el Señor a Moisés, “porque no me verá hombre, y vivirá”. Pero: “yo te pondré en una hendidura en la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas, mas no se verá mi rostro.”


Sinopsis

1. Conocer los CAMINOS de alguien es conocerlo a ÉL. En el vs. 13 Moisés dice: “te ruego ahora que me muestres tu camino para que te conozca”.

2. El NOMBRE de una persona describe sus CAMINOS. En el vs. 19 Dios asevera que SU NOMBRE es su carácter –sus CAMINOS. Así, el nombre de uno viene a ser su IDENTIDAD.

3. La Presencia de Dios con nosotros define nuestros CAMINOS, y por lo tanto viene a ser nuestra IDENTIDAD y nos distingue de otros (vs.16).


Paralelo con el Movimiento del Advenimiento

En los meses que precedieron al “Gran Chasco”, aquellos que esperaban el pronto retorno de Cristo vinieron a ser conocidos como “Adventistas”. Pero la confusión (conocida por los creyentes de entonces como “el tiempo de la dispersión”) vino luego de pasar la fecha esperada para el Advenimiento, y el nombre “Adventista” se tornó muy impreciso. ¿Eran “Adventistas” aquellos que estaban fijando nuevas fechas para la venida de Cristo? ¿Eran “Adventistas” aquellos que se estaban mudando a Jerusalén para establecer los servicios del templo allí? ¿Eran “Adventistas” aquellos que con Guillermo Miller determinaron esperar que el Señor viniera en cualquier día? ¿O eran “Adventistas” aquellos que vieron a Jesús en el Lugar Santísimo del santuario celestial, y que guardaban el Sábado del séptimo día?

La respuesta es “Sí” –para todos ellos. El problema venía al tratar de identificar a cualquiera de esos grupos individualmente y específicamente. Sin embargo, el tiempo tiene una manera de resolver las cosas, y la iglesia remanente de Dios comenzó a forjar su propia identidad. (Los creyentes de entonces se referían a esto como “el tiempo de reunión”) En una carta dirigida a la oficina de la Review en Rochester, New York, con fecha 20 de marzo de 1853, y enviada desde Tomkins, Michigan – un pequeño pueblo justo al noroeste de Jackson— Steven T. Cranson se refería a los Adventistas guardadores del Sábado como “Adventistas del Séptimo Día”. De esta manera él los distinguía de los otros grupos.

Siete años y medio después, a fines de setiembre y comienzos de octubre de 1860, una conferencia general (cuando la iglesia todavía no estaba organizada) se llevó a cabo en Battle Creek, Michigan. Entre los asuntos importantes que se discutieron estaba la incorporación legal de la obra publicadora. Para esta incorporación era necesario un nombre, y la pregunta obvia era: ¿cuál sería el nombre?

Un Jaime White algo frustrado comentó: “Me parece que el niño está ya tan crecido que resulta demasiado embarazoso que no tenga nombre”. Así, el comité votó que deberían adoptar un nombre. Pero ¿qué nombre? Algunos recomendaron “Iglesia de Dios”, en tanto que otros objetaron debido a que no era específico, o porque sonaba demasiado arrogante.

David Hewitt, “el hombre más honesto en el pueblo”, y que fue el primer converso conseguido por Bates en Battle Creek, hizo la siguiente propuesta: “Resuelto, que tomemos el nombre de Adventistas del Séptimo Día”. ¡El mismo nombre empleado por Cranson en 1853! “Tomar el nombre”, sin embargo, sonaba a algunos como demasiado cercano a aquellos en la torre de Babel que desearon “hacer un nombre”. La propuesta fue retirada y reemplazada por la resolución de “que nos llamemos Adventistas del Séptimo Día”.

Durante unas pocas semanas luego de esto la idea fue puesta en circulación en las páginas de la Advent Review and Sabbath Herald, y recomendada a cada grupo de creyentes. Así la Asociación Publicadora Adventista del Séptimo Día fue incorporada legalmente y aún hoy en día opera en Hagerstown, Maryland bajo el nombre de “Asociación Publicadora Review and Herald”.

El 23 de diciembre, poco menos de tres meses después de esta conferencia, y solamente nueve días después de que el pequeño John Herbert White muriera, Elena recibió una visión bosquejando algunas de las necesidades urgentes del pueblo de Dios. Fue consignada por escrito y publicada como Testimonio, Número 6, que ahora se encuentra en Testimonios para la Iglesia, volumen 1, pp. 204,205.

“Recibí una revelación acerca de la adopción de un nombre por el pueblo remanente de Dios. Se me presentaron dos clases de personas. Una abarcaba las grandes organizaciones cuyos miembros profesaban ser cristianos. Estos pisoteaban la ley de Dios y se postraban ante una institución papal. Observaban el primer día de la semana como si fuera el Sábado del Señor.

“La otra clase, en la cual había pocas personas, se postraba ante el gran Dador de la Ley. Ellos observaban el cuarto mandamiento. Los rasgos prominentes y peculiares de su fe eran la observancia del séptimo día y esperar la aparición de nuestro Señor [viniendo] del Cielo…..

“No podríamos tomar un nombre más apropiado que el que concuerda con nuestra profesión, expresa nuestra fe, y nos señala como un pueblo peculiar….

“El nombre adventista del séptimo día presenta las verdaderas características de nuestra fe, y convencerá a la mente inquisitiva. Como una flecha de la aljaba del Señor, herirá a los transgresores de la ley de Dios, e inducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo.

“Me fue mostrado que casi todo fanático que ha surgido y que desea ocultar sus sentimientos a fin de arrastrar a otros, asevera pertenecer a la iglesia de Dios. Un nombre tal despertaría enseguida sospecha, porque se emplea para ocultar los más absurdos errores. Este nombre es demasiado indefinido para el pueblo remanente de Dios. La influencia de un nombre tal llevaría a suponer que tenemos una fe que deseamos encubrir.”


Conclusión

¿Por qué el nombre “Adventista del Séptimo Día”? Porque describe lo que creemos. Les dice a otros cuáles son nuestros CAMINOS, de modo que puedan comenzar a saber quiénes somos NOSOTROS. Nos DISTINGUE de todas las otras denominaciones.

Lo que distingue al pueblo de Dios del resto del mundo es SU PRESENCIA. Así, pues, es apropiado que los “Adventistas del Séptimo Día”, al elegir ese nombre, estén abiertamente compartiendo la PRESENCIA espiritual de Dios experimentada en el reposo de SU SÁBADO, y la PRESENCIA venidera y visible de Dios que experimentaremos en el SEGUNDO ADVENIMIENTO.

“Adventista del Séptimo Día” – en tanto que dice mucho en cuanto a nosotros, en realidad tiene el objetivo de decir mucho en cuanto a Dios. La historia de un Dios que está con nosotros – presente con nosotros a través de todas las horas sagradas del Sábado, ¡las cuales ciertamente se convierten en sagradas solamente por la presencia de Dios! Y la historia de un Salvador que pronto retornará, en persona, para estar eternamente unido con su pueblo.

Así, es a través de los “CAMINOS” que Dios interactúa con los seres humanos, para que otros puedan reconocer el carácter de esa relación.

Hoy, yo también estaría avergonzado de mí mismo si no fuera un adventista del séptimo día. Avergonzado porque estaría lisiado en mis esfuerzos por compartir los caminos de mi Dios, quien ESTÁ presente conmigo cada Sábado, y cuya segunda venida anhelo.

Ana Rebeca Smith, autora, poeta, artista, editora y compositora, compartió la historia de cómo se forjó nuestra identidad en la portada de la Advent Review and Sabbath Herald del 9 de diciembre de 1851. En ella, identifica claramente las dos doctrinas distintivas: el Sábado (“Guardando Todos los Diez Mandamientos”) y la Segunda Venida (“Pronto Él Viene, Descendiendo con las Nubes”).


Opcional / Himno de clausura

Seventh-day Adventist Church Hymnal #447“Long Upon the Mountains Weary” Apropiadamente, este himno fue elegido para iniciar la reunión en Battle Creek, Michigan, el 20 de mayo de 1863, en la cual fue organizada la Asociación General. ¡Y ahora ustedes conocen el resto de la historia!



Fuente: www.150sda.org / Este sermón es editado del presentado en la Stevensville, Michigan, EE.UU. el 17 de abril 2010
El 1 y 2 de octubre de 2010, las Iglesias Adventistas conmemoran el 150 Aniversario de la elección del nombre de la denominación, "ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA"
Autor: Stanley D. Hickerson.

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¿Que hay en un nombre? Por Dan Martella

INTRODUCCION

El pequeño Willy creció en una casa de campo Inglés rodeado de un espectacular jardín escondido. Cada mañana cuando se despertaba el aroma suave de rosas y peonías y lavanda flotaba su camino a través de su ventana abierta. Todos los días iba a pasear por el jardín admirando brotes frescos llenos de color, gordos abejorros revoloteando de flor en flor, y las brillantes láminas de agua en cascada de la fuente. Había sacar su paleta y pensamientos y altramuces y fibroso begonias. Con sus dedos ágiles colgaría un nido de pájaro en el árbol de olmo. Por qué, por buena suerte que pasaría el resto de su vida en este entorno maravilloso jardín.

Cuando era adolescente Willy comenzó a experimentar con diseños florales. La mesa de la cocina siempre lucía su nueva pieza. Cuando el invito a una señorita a salir, el había hecho pin, uno de sus ramilletes de flores delicadas a ella. Finalmente llegó el día en que subió a un barco y viajó a través del canal para estudiar bajo uno de los grandes maestros holandeses. Allí el aprendió sobre el color y el diseño y la textura. Y cuando regresó a Inglaterra con entusiasmo instalo su tienda. Era el momento de mayor orgullo de su vida cuando clavó el letrero sobre la puerta de su tienda de flores. En letras brillantes, audaces decía: TIENDA DE FLORES MARCHITADAS. El negocio fracaso en menos de 2 semanas.

¿Qué hay en un nombre? Todo - especialmente cuando usted está en negocio. Pregúntale a la gente de General Motors – Ellos introdujeron la Chevy Nova en el mercado de Sudamérica y se preguntó por qué nadie lo compraría, sólo para descubrir que en la lengua local "Nova" significa "No va a ir." Pregúntale a la gente de Coca Cola que trataron de comercializar sus bebidas en China. Lo llamaron Ke-kou-ke-la. Ellos habían pegado sus carteles publicitarios en todo el país, hasta que descubrieron que Ke-kouke- la significa "muerde para ponerse renacuajo". Así que rápidamente cambió el nombre a Ko-Kouko-le -que significa "felicidad en la boca."

La importancia de escoger un nombre cuidadosamente es válido en el mundo del negocio, es también cierto para la iglesia.


ESCOGIENDO EL NOMBRE

Los Adventistas del Séptimo Día son el resultado de la historia del Movimiento Adventista del 1830 y 40 años impulsado por la predicación ferviente Guillermo Miller y otros que proclamaban que Jesús vendría el 22 de octubre de 1844. He visitado la granja de Guillermo Miller he visto la mesa, donde estudió su Biblia. He estado parado sobre la roca en la granja donde los creyentes en al advenimiento esperaban a Jesús que vendría aquella fecha. En el otoño es una escena hermosa, pero cuando ellos se dieron cuenta en la mañana del 23 de octubre que algo terriblemente mal había ocurrido, no fue una escena hermosa. El chasco amargo y su profunda búsqueda y cuidadoso estudio de la Biblia en aquel tiempo llevó un pequeño grupo de hombres y mujeres a la comprensión de que Dios los estaba guiando hacia adelante.

William Miller fue un Bautista dedicado y aquellos quienes aceptaron el mensaje de adventista vinieron de una variedad de trasfondos denominacionales. El denominacionalismo no se algo que tenia importancia para ellos. El pequeño remanente que se aferró a su fe al encarar la decepción amarga que albergaba una desconfianza básica en las denominaciones. Organizada, la religión institucional para ellos representaba a Babilonia -todo lo que se opone a la verdad de Dios, y ellos no querían tener nada que hacer con ella.

Bajo el liderazgo de Jaime y Elena White, José Bates y los otros del movimiento adventista comenzó a tomar impulso significativo - especialmente en los 1850s. En los primeros días pastores portaba credenciales de cualquier iglesia, para predicar. Pero como el cuerpo de creyentes creció, fanáticos, auto-nombrado ministros llegaron a acosar a la manada. Algo había que hacer para identificar a aquellos que fueron autorizados a predicar y el pastor y los que no estaban autorizados a hacerlo. La estructuras de liderazgo laico comenzó a surgir en las congregaciones locales, diáconos y tesoreros de la iglesia fueron nombrados. Grupos de creyentes comenzó a adquirir tierras para construir iglesias y casas editoriales. El problema era que la ley no se lo permitió a la propiedad corporativa propia, sin un nombre. Así que la gente de Parkville, Michigan, dijo, "Nosotros nos vamos a llamar a la" Iglesia de Parkvill de la Segunda venida de Cristo" así podemos llegar a algo mejor. James White tenía su propia manera de moverse por la letra de la ley con su publicación trabajo - que compró la propiedad a sí mismo y le dio el control del ministerio en el movimiento.

Los debates fueron de ida y vuelta - Los principales líderes en el movimiento comenzó a agitar para la organización de la iglesia. Y otros líderes respetados, diciendo, "no hacer nada." Roswell Cottrell adoptó la posición de que para hacer un nombre para nosotros sería hacer un tipo de Babilonia y desdibujar los límites entre Iglesia y Estado. Y James White tomó la posición de que organización de la iglesia era fundamental porque el estado actual de las cosas creadas su propio tipo reflejaba confusión babilónica. J. N. Loughborough - un hombre que fue pionero a la causa adventista en California - tomaron la posición de que si estaba bien para los creyentes como individuos tener su propiedad, entonces estaba bien para los creyentes como un grupo tener su propiedad.

Por último, todos se reunieron en una sesión de la Conferencia General celebrada en Battle Creek, Michigan, a fines de septiembre de 1860. Todo hicieron todo deferentes tipos de sugerencias. Algunos dijeron: "Vamos a llamar a la Iglesia de Dios." Y otros decían: "No, ya hay una iglesia con ese nombre, y lo que es más, y suena arrogante." Alguien sugirió que la iglesia se conoce como" La iglesia que adorar en el séptimo día en diferentes lugares. "Finalmente alguien sugirió el nombre "Adventista del Séptimo Día Iglesia", ya que expresó el Cristo-Céntrico mensaje esencial de nuestra fe. Se puso a votación y además fue afirmado por el don de la profecía.

Así que está en el nombre "Adventista del Séptimo Día"? Dos esenciales, Cristo-céntrico verdades que van directo al corazón de nuestra identidad y misión - el séptimo día Sábado y la venida de Jesús.


EL SABADO: UNA SENAL QUE PERTENECEMOS

El séptimo día sábado es una señal importante de que pertenecemos a Dios. Se trata de un símbolo del amor que Jesús pone en el corazón de su novia, la iglesia. Hay
tres versículos de la Biblia que llevan a cabo esta verdad esencial - El primero de ellos se encuentra en Éxodo 31:16,17

Guardarán, pues, el día de reposo] los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. 17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.

El segundo se encuentra en Ezequiel 20:12:

Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.

Y el versículo 20:

y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.

El sábado nos une a Jesús como nuestro Creador. La Biblia deja muy claro que fue Jesús quien desempeñó el papel principal en la creación del mundo. (Juan 1:3; Efesios 3:9, Colosenses 1:16, Hebreos 1:02) Fue Jesús quien habló y por su palabra trajo este mundo a la existencia. Fue Jesús que dio lugar al género humano y sopló en Adán y Eva el don de la vida. En el don supremo de la creación Dios nos dio la Sábado del séptimo día. El día de reposo del séptimo día continuamente nos remite a Jesús. Es un recordatorio constante de su amor, su grandeza y su poder creador. Si el séptimo día sábado había sido fielmente honrado a lo largo de los años nunca hubiera habido un ateo o un idólatra.

El sábado nos une a Jesús como nuestro libertador. En el preambulo a los diez mandamientos leemos:

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Exo 20:2

Eso es que Jesús esta habladonos en el monte Sinaí que tenemos que recordar que la ley de Dios ha enmarcado en los Diez Mandamientos para que la gente sea libre. Cuando Dios te lleva a cabo la liberación de la esclavitud del pecado dentro de una relación salvadora con Jesús, Él te hace libre! Y Él da su ley para proteger y nutrir a los que son librados. El corazón de la ley es el sábado. Repite conmigo:

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. 9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de Sábado y lo santificó. Exo 20:8-11

El sábado nos une a Jesús como nuestro ejemplo. Jesús fue a la iglesia el sábado (Luc 4:16)

El sábado nos une a Jesús como nuestra eterna seguridad. Apocalipsis 7 nos dice que antes que venga el fin del mundo Dios enviara a sus santos Ángeles para sellarnos- para asegurar en la eternidad de Cristo. El séptimo día sábado lleva el sello de Dios- y este es un símbolo que pertenecemos a El.

Por ultimo el sábado nos une a Jesús por toda la eternidad. Isa 66:23

Y de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.

A lo largo de toda la eternidad nos reuniremos alrededor del trono de Dios cada sábado para adorar y celebrar y regocijarnos juntos.


LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO: NUESTRA BENDITA ESPERANZA

El segundo componente en nuestro nombre es "Adventista", ya que afirma nuestros más preciados esperanza y expectativa. Así como el sábado es el anillo de bodas de oro del corazón, la Segunda Venida de Jesús es nuestra esperanza bienaventurada. Me encanta la forma en que apóstol Pablo dice en su carta al pastor Tito quien ministra a su iglesia en la isla del mediterránea de Creta:

aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, Tito 2:13

La bendita esperanza: Ese es el tipo de cosa que le mantiene en marcha cuando la vida es dura. Cuando su compañero de abandona. Cuando el médico te dice: "Esto es cáncer". Cuando usted está parado en frente del ataúd de su hija. Cuando usted fue despedido de su trabajo. Cuando su casa se incendia. Usted necesita la esperanza y la certeza de que Jesús pronto volverá para seguir adelante.

Hace treinta años había algunos cristianos que comenzaron a jugar con la idea de que aun cuando no habría Segunda Venida y si aún no había cielo valdría la la pena servir al Señor por la manera en que enriquece nuestra vida aquí y ahora. Hay algo de verdad en todo esto - Dios enriquece nuestras vidas aquí y ahora. Pero nunca olvido cuando estaba en el seminario en mis clases con el Dr. Mervyn Maxwell, cuando dijo: "La gente que compra en ese tipo de teología ha tenido una vida demasiada fácil." La venida de Jesús es nuestra mejor esperanza. Es la promesa que mejores días vienen.

La esperanza del retorno de Cristo es un tema dominante en las Escrituras. La Biblia dice mas acerca de la venida de Jesús que cualquier otro evento. Dwight L. Moody nos dice que hay más de 2.500 referencias a la Segunda Venida en la Biblia y que la mayoría de ellos están en el Antiguo Testamento. Hay 260 capítulos en el Nuevo Testamento y la Segunda Venida se refiere 318 veces. Su uste pone esto junto, encontrara que de después de cada 25 versículos un habla de este gran evento en la Biblia.

Es como el Monte Fuji, que sale mas de 3500 metros en el aire. Esto domona todo el paisaje japonés por kilómetros alrededor. Me dijeron que los artistas clásicos japoneses siempre pintan el Fuji en sus pinturas. A veces esto esta a la distancia. A veces es justo hay en colores llamativos y brillantes. A veces está envuelto en las tonalidades de gris de una tormenta o envuelto en los colores etéreos del crepúsculo. Pero siempre, Fujiyama está ahí.

Lo mismo ocurre con la Segunda Venida de Jesús en la Biblia - A veces el profetas pintar la escena en los tonos sombríos del gran día del Señor. La mayoría de la veces esto representa colores brillantes de esperanza y alegría por venir.


Se acerca el día en nos reuniremos con el Señor! Será un indescriptible explosión de su gloria que se extenderá de horizonte a horizonte y el Rey Jesús vendrá! El coro ángeles cantaran el himno con nota alegre. El sonido de la trompeta anunciara su regreso. Y cuando el sequito divino se acerque veremos su rostro. Como que Él pone la trompeta de plata en sus labios un toque de clarín rodará por toda la tierra. "¡Despierta!" "¡Despierta!" Él llamara a sus santos que dormían en sus tumbas y de los oscuros recovecos de la tierra y despertara a todos los redimidos de todas las edades. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.


APELACION

¿Qué hay en un nombre? Muchos cuando tu estas en el asunto. Una gran cantidad cuando tu estas en el asunto porque estas diciendo a la gente de alrededor del mundo que hay un Salvador y que su nombre es Jesús. Un Adventista del séptimo día, un adventista del séptimo día cristiano. Mantengo estos dos tesoros en mi corazón: El séptimo día Sábado y la promesa del regreso de Cristo porque ellos enriquecen mi relación con Jesús.

¿Y tú? ¿Estás contento de ser un Adventista del Séptimo Día cristiano? ¿Esta Jesús en el corazón de todo lo que tu más quieres? ¿Es esta iglesia algo especial para ti? Es el séptimo día Sábado el mejor día de la semana para ti? Un sagrado día de celebración que enriquece tu relación con Jesús? Y el regreso inminente de nuestro Señor – realmente brilla tu corazón con esa esperanza? Es tu vida diaria impactada por la seguridad de que cualquier día de estos Jesús vendrá a llevarte a casa? Esta usted comprometido con el mensaje y la misión de esta iglesia?

Tal vez usted es un invitado de hoy - un buscador de la verdad- alguien que está buscando una iglesia. Les aseguro que nuestros corazones están abiertos a usted y que las puertas de nuestra iglesia están abiertas para usted. Para ti hay una invitación especial para unirte a nosotros en conocer a Jesús a través de los regalos del sábado y su prometido regreso. Ven hablar conmigo – o pregunta a cualquier miembro de esta iglesia y haremos todo lo posible para ayudarlo en su experiencia con Jesús en su vida hoy y siempre.



Fuente: www.150sda.org
El 1 y 2 de octubre de 2010, las Iglesias Adventistas conmemoran el 150 Aniversario de la elección del nombre de la denominación, "ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA"
Autor: Dan Martella

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