sábado, 2 de octubre de 2010

"Forjando una identidad". Por Stanley D. Hickerson

Lectura bíblica

"Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre". Éxodo 33:12-17


Introducción

Cuando al Presidente de la Asociación General, William Ambrose Spicer, se le preguntó: “¿Qué sería usted si no fuera un adventista del séptimo día?”, la persona que hacía la pregunta esperaba, sin duda, que él identificara a alguna denominación que tuviera muchas doctrinas en común con las nuestras – posiblemente los Bautistas del Séptimo Día, en cuya iglesia Spicer había crecido. Pero sin vacilar, el Pastor Spicer respondió: “Estaría avergonzado de mí mismo”.

¿Avergonzado? ¿Por qué? ¿Qué ES un adventista del séptimo día? ¿Por qué elegimos ESE nombre? ¿Por qué, en todo caso, necesitamos un nombre? Para mí, una historia del libro de Éxodo ilumina estos aspectos relacionados con nuestra identidad.

En la secuela de la horrible apostasía ocurrida al pie del Monte Sinaí, con la adoración al becerro de oro, Dios le dijo a Moisés que prosiguiera con el pueblo hacia la Tierra Prometida. Pero Moisés no estaba dispuesto a hacerlo solo. Solamente iría si Dios iba con ellos.

En Éxodo 33 encontramos una conversación en tres partes entre Moisés y Dios, y en ella descubrimos la estrecha relación entre los dos, el urgente deseo de este líder de conocer verdaderamente a Dios, y también el secreto de nuestra identidad.


Interacción Número Uno (Éxodo 33:12-14)

Moisés comienza declarando su dilema: “Tú me has dicho que conduzca este pueblo a la Tierra Prometida”, le recuerda a Dios, “pero tú mismo no me has dicho a quién enviarás conmigo”. Moisés todavía está conmocionado por el mensaje de Dios registrado en los versículo 1-3: “Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abrahán, Isaac y Jacob, diciendo: ‘A tu descendencia la daré’; y yo enviaré delate de ti un ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Sube a la tierra que fluye leche y miel; pero yo NO subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.”

Dios afirma claramente que él NO subirá con ellos, porque son “un pueblo obstinado“, y porque él podría destruirlos en el camino.

El pueblo de Israel respondió humildemente a la declaración de Dios y se vistieron de luto y se quitaron sus ornamentos, de acuerdo al pedido de Dios. Moisés nuevamente se acerca al Señor con un pedido. En el versículo 12 Moisés le recuerda a Dios de su afirmación personal: “Tú has dicho: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado gracia en mis ojos”.

“Ahora, pues”, suplica Moisés: “si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos”(33:13). Aquí Moisés sugiere un curioso círculo para conocer a Dios.

1. “Si he hallado gracia…
2. muéstrame ahora TU CAMINO,
3. para que te conozca a TI,
4. y así halle gracia…”

Aprendemos a conocer a Dios al aprender a conocer SUS CAMINOS, y este proceso nos lleva a una relación descrita como “hallar gracia”.

Moisés entonces le recuerda a Dios de algo más: “y mira que esta gente es pueblo TUYO”. Esto puede ser una referencia a la orden de Dios registrada en el versículo 1: ”Anda, sube de aquí tú y el pueblo que TÚ sacaste de la tierra de Egipto”. Estas palabras deben de haber estado estrujando el corazón de Moisés debido al mensaje de Dios registrado en el capítulo anterior (32:7,8): “Anda, desciende, porque TU pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé, se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto”.

Dios responde entonces bondadosamente: “Mi rostro, mi presencia, irá contigo, y te daré descanso” (33:14).


Interacción Número Dos (Éxodo 33:15-17)

Sin embargo Moisés insiste: “Si tu presencia NO ha de ir conmigo, NO nos saques de aquí”. En otras palabras: “Yo no conduciré a TU pueblo ni un kilómetro, si TÚ no eres nuestro líder”. Y luego explica por qué: “Porque en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y TU pueblo, sino en que TÚ andes con nosotros, y que yo y TU pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?” La presencia misma de Dios es lo que nos distingue de todo otro pueblo. Es SU PRESENCIA lo que nos da nuestra identidad.

El Señor le asegura a Moisés: “También hare esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.”


Interacción Número Tres (Éxodos 33:18-23)

Alentado por las promesas de Dios, Moisés urge un pedido más: “Te ruego que me muestres tu GLORIA”. “Tú has prometido que Tu Rostro, Tu Presencia, irá con nosotros –Muéstrame”.

Dios respondió: “Yo hare pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti”. ¿Y qué es este “bien”? “Y tendré misericordia”, aseguró el Señor a Moisés, “del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente”. Pero ¿qué acerca del Rostro de Dios? “No podrás ver mi Rostro”, le dijo el Señor a Moisés, “porque no me verá hombre, y vivirá”. Pero: “yo te pondré en una hendidura en la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas, mas no se verá mi rostro.”


Sinopsis

1. Conocer los CAMINOS de alguien es conocerlo a ÉL. En el vs. 13 Moisés dice: “te ruego ahora que me muestres tu camino para que te conozca”.

2. El NOMBRE de una persona describe sus CAMINOS. En el vs. 19 Dios asevera que SU NOMBRE es su carácter –sus CAMINOS. Así, el nombre de uno viene a ser su IDENTIDAD.

3. La Presencia de Dios con nosotros define nuestros CAMINOS, y por lo tanto viene a ser nuestra IDENTIDAD y nos distingue de otros (vs.16).


Paralelo con el Movimiento del Advenimiento

En los meses que precedieron al “Gran Chasco”, aquellos que esperaban el pronto retorno de Cristo vinieron a ser conocidos como “Adventistas”. Pero la confusión (conocida por los creyentes de entonces como “el tiempo de la dispersión”) vino luego de pasar la fecha esperada para el Advenimiento, y el nombre “Adventista” se tornó muy impreciso. ¿Eran “Adventistas” aquellos que estaban fijando nuevas fechas para la venida de Cristo? ¿Eran “Adventistas” aquellos que se estaban mudando a Jerusalén para establecer los servicios del templo allí? ¿Eran “Adventistas” aquellos que con Guillermo Miller determinaron esperar que el Señor viniera en cualquier día? ¿O eran “Adventistas” aquellos que vieron a Jesús en el Lugar Santísimo del santuario celestial, y que guardaban el Sábado del séptimo día?

La respuesta es “Sí” –para todos ellos. El problema venía al tratar de identificar a cualquiera de esos grupos individualmente y específicamente. Sin embargo, el tiempo tiene una manera de resolver las cosas, y la iglesia remanente de Dios comenzó a forjar su propia identidad. (Los creyentes de entonces se referían a esto como “el tiempo de reunión”) En una carta dirigida a la oficina de la Review en Rochester, New York, con fecha 20 de marzo de 1853, y enviada desde Tomkins, Michigan – un pequeño pueblo justo al noroeste de Jackson— Steven T. Cranson se refería a los Adventistas guardadores del Sábado como “Adventistas del Séptimo Día”. De esta manera él los distinguía de los otros grupos.

Siete años y medio después, a fines de setiembre y comienzos de octubre de 1860, una conferencia general (cuando la iglesia todavía no estaba organizada) se llevó a cabo en Battle Creek, Michigan. Entre los asuntos importantes que se discutieron estaba la incorporación legal de la obra publicadora. Para esta incorporación era necesario un nombre, y la pregunta obvia era: ¿cuál sería el nombre?

Un Jaime White algo frustrado comentó: “Me parece que el niño está ya tan crecido que resulta demasiado embarazoso que no tenga nombre”. Así, el comité votó que deberían adoptar un nombre. Pero ¿qué nombre? Algunos recomendaron “Iglesia de Dios”, en tanto que otros objetaron debido a que no era específico, o porque sonaba demasiado arrogante.

David Hewitt, “el hombre más honesto en el pueblo”, y que fue el primer converso conseguido por Bates en Battle Creek, hizo la siguiente propuesta: “Resuelto, que tomemos el nombre de Adventistas del Séptimo Día”. ¡El mismo nombre empleado por Cranson en 1853! “Tomar el nombre”, sin embargo, sonaba a algunos como demasiado cercano a aquellos en la torre de Babel que desearon “hacer un nombre”. La propuesta fue retirada y reemplazada por la resolución de “que nos llamemos Adventistas del Séptimo Día”.

Durante unas pocas semanas luego de esto la idea fue puesta en circulación en las páginas de la Advent Review and Sabbath Herald, y recomendada a cada grupo de creyentes. Así la Asociación Publicadora Adventista del Séptimo Día fue incorporada legalmente y aún hoy en día opera en Hagerstown, Maryland bajo el nombre de “Asociación Publicadora Review and Herald”.

El 23 de diciembre, poco menos de tres meses después de esta conferencia, y solamente nueve días después de que el pequeño John Herbert White muriera, Elena recibió una visión bosquejando algunas de las necesidades urgentes del pueblo de Dios. Fue consignada por escrito y publicada como Testimonio, Número 6, que ahora se encuentra en Testimonios para la Iglesia, volumen 1, pp. 204,205.

“Recibí una revelación acerca de la adopción de un nombre por el pueblo remanente de Dios. Se me presentaron dos clases de personas. Una abarcaba las grandes organizaciones cuyos miembros profesaban ser cristianos. Estos pisoteaban la ley de Dios y se postraban ante una institución papal. Observaban el primer día de la semana como si fuera el Sábado del Señor.

“La otra clase, en la cual había pocas personas, se postraba ante el gran Dador de la Ley. Ellos observaban el cuarto mandamiento. Los rasgos prominentes y peculiares de su fe eran la observancia del séptimo día y esperar la aparición de nuestro Señor [viniendo] del Cielo…..

“No podríamos tomar un nombre más apropiado que el que concuerda con nuestra profesión, expresa nuestra fe, y nos señala como un pueblo peculiar….

“El nombre adventista del séptimo día presenta las verdaderas características de nuestra fe, y convencerá a la mente inquisitiva. Como una flecha de la aljaba del Señor, herirá a los transgresores de la ley de Dios, e inducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo.

“Me fue mostrado que casi todo fanático que ha surgido y que desea ocultar sus sentimientos a fin de arrastrar a otros, asevera pertenecer a la iglesia de Dios. Un nombre tal despertaría enseguida sospecha, porque se emplea para ocultar los más absurdos errores. Este nombre es demasiado indefinido para el pueblo remanente de Dios. La influencia de un nombre tal llevaría a suponer que tenemos una fe que deseamos encubrir.”


Conclusión

¿Por qué el nombre “Adventista del Séptimo Día”? Porque describe lo que creemos. Les dice a otros cuáles son nuestros CAMINOS, de modo que puedan comenzar a saber quiénes somos NOSOTROS. Nos DISTINGUE de todas las otras denominaciones.

Lo que distingue al pueblo de Dios del resto del mundo es SU PRESENCIA. Así, pues, es apropiado que los “Adventistas del Séptimo Día”, al elegir ese nombre, estén abiertamente compartiendo la PRESENCIA espiritual de Dios experimentada en el reposo de SU SÁBADO, y la PRESENCIA venidera y visible de Dios que experimentaremos en el SEGUNDO ADVENIMIENTO.

“Adventista del Séptimo Día” – en tanto que dice mucho en cuanto a nosotros, en realidad tiene el objetivo de decir mucho en cuanto a Dios. La historia de un Dios que está con nosotros – presente con nosotros a través de todas las horas sagradas del Sábado, ¡las cuales ciertamente se convierten en sagradas solamente por la presencia de Dios! Y la historia de un Salvador que pronto retornará, en persona, para estar eternamente unido con su pueblo.

Así, es a través de los “CAMINOS” que Dios interactúa con los seres humanos, para que otros puedan reconocer el carácter de esa relación.

Hoy, yo también estaría avergonzado de mí mismo si no fuera un adventista del séptimo día. Avergonzado porque estaría lisiado en mis esfuerzos por compartir los caminos de mi Dios, quien ESTÁ presente conmigo cada Sábado, y cuya segunda venida anhelo.

Ana Rebeca Smith, autora, poeta, artista, editora y compositora, compartió la historia de cómo se forjó nuestra identidad en la portada de la Advent Review and Sabbath Herald del 9 de diciembre de 1851. En ella, identifica claramente las dos doctrinas distintivas: el Sábado (“Guardando Todos los Diez Mandamientos”) y la Segunda Venida (“Pronto Él Viene, Descendiendo con las Nubes”).


Opcional / Himno de clausura

Seventh-day Adventist Church Hymnal #447“Long Upon the Mountains Weary” Apropiadamente, este himno fue elegido para iniciar la reunión en Battle Creek, Michigan, el 20 de mayo de 1863, en la cual fue organizada la Asociación General. ¡Y ahora ustedes conocen el resto de la historia!



Fuente: www.150sda.org / Este sermón es editado del presentado en la Stevensville, Michigan, EE.UU. el 17 de abril 2010
El 1 y 2 de octubre de 2010, las Iglesias Adventistas conmemoran el 150 Aniversario de la elección del nombre de la denominación, "ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA"
Autor: Stanley D. Hickerson.

1 comentario:

  1. Lo que distingue al pueblo de Dios del resto del mundo es SU PRESENCIA. Así, pues, es apropiado que los “Adventistas del Séptimo Día”, al elegir ese nombre, estén abiertamente compartiendo la PRESENCIA espiritual de Dios experimentada en el reposo de SU SÁBADO, y la PRESENCIA venidera y visible de Dios que experimentaremos en el SEGUNDO ADVENIMIENTO.

    “Adventista del Séptimo Día” – en tanto que dice mucho en cuanto a nosotros, en realidad tiene el objetivo de decir mucho en cuanto a Dios. La historia de un Dios que está con nosotros – presente con nosotros a través de todas las horas sagradas del Sábado, ¡las cuales ciertamente se convierten en sagradas solamente por la presencia de Dios! Y la historia de un Salvador que pronto retornará, en persona, para estar eternamente unido con su pueblo.

    Así, es a través de los “CAMINOS” que Dios interactúa con los seres humanos, para que otros puedan reconocer el carácter de esa relación... amen!!!

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