miércoles, 21 de noviembre de 2012

Día de Acción de Gracias / Thanksgiving day


El Día de Acción de Gracias es una celebración tradicional de norteamérica. En los Estados Unidos se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre, aunque originalmente se hacía el último jueves. En Canadá, por su parte, se celebra el segundo lunes de octubre. Constituye regularmente un gran festejo familiar, en el cual las personas se reúnen con sus parientes en torno a la mesa, realizando celebraciones tradicionales... ► Continuar leyendo en OJO ADVENTISTA


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lunes, 22 de octubre de 2012

Halloween, fiesta satánica. Por Menesez Filipov.

Halloween (/jalowín/) es una fiesta proveniente de la cultura celta que se celebra en la noche del día 31 de octubre.

El hecho de que esta fiesta haya llegado hasta nuestros días es, en cierta medida, gracias al enorme despliegue comercial y la publicidad engendrada en el cine comercial norteamericano. Todos tenemos la típica imagen de niños norteamericanos correteando por las oscuras calles disfrazados de duendes, fantasmas y demonios, pidiendo dulces y golosinas a los habitantes de ese oscuro y tranquilo barrio de casas. Los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta los niños pronuncian la frase "Truco o trato" o "Dulce o truco" (proveniente de la expresión inglesa trick or treat). Si los adultos les dan caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han aceptado el trato. Si por el contrario se niegan, los chicos les gastarán una pequeña broma, siendo la más común arrojar huevos o espuma de afeitar contra la puerta. Esta imagen en esos países no está muy alejada de la realidad y más o menos la fiesta discurre así. Pero en sus orígenes, la fiesta de Halloween no era así, ni siquiera era ese su propósito... Continuar leyendo en OJO ADVENTISTA


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jueves, 8 de marzo de 2012

Más poderoso que las olas. Por Dick Rentfro

Seguir a Cristo es una aventura emocionante
“Jehová en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias olas del mar” (Sal. 93:4).

“Creo que nadie debería estar allí en un oleaje que tiene la altura de un edificio de ocho pisos y que rompe cada veinte segundos con la fuerza de una locomotora […]. El surf de mar abierto es muy arriesgado, pero implica sentir la emoción de domar la ola asesina”.

Esta declaración de Terry McCarthy, un surfista de Waikiki, Hawái, me recuerda mi larga y feliz carrera de evangelista. Junto con mi esposa llevamos a cabo más de cien campañas y presencié muchos bautismos de personas que prometieron embarcarse en la emocionante aventura de “domar la ola asesina” del pecado y seguir a Cristo.

Un compromiso con Cristo implica la amenaza constante del peligro, pero los creyentes abrazan el desafío, porque saben que jamás están más allá del cuidado de su amante Padre celestial. Las olas no abruman la vida del surfista.

Pete Cabrinha, un experimentado surfista de 42 años de edad, había domado muchas olas asesinas, pero ese día mientras descendía por el gigantesco oleaje que rompía sobre el arrecife Jaws, en Maui, descubrió que no podía llegar a la base de la ola que según sus palabras “crecía frente a mí y detrás de mí, y sentía que no avanzaba”. Esa mañana mientras Cabrinha lograba velocidad en el descenso de la ola, la línea de rompiente lo acorraló desde atrás. Los que observaban desde la playa gritaron: “¡Vamos, Pete, vamos!” mientras él se apresuraba a ponerse por delante de la rompiente.



Cuando alcanzó aguas calmas, otro surfista le dijo que era la ola más grande que había visto alguna vez y al observar las fotografías del evento, descubrieron que medía 21 metros. He sabido que los surfistas tienen el objetivo de hallar y dominar una ola de 30 metros.


Vivir en el límite

En 2001, Billabong, una compañía australiana de surf, creó la Odisea Billabong, un fondo para ayudar a que los surfistas viajen a cualquier lugar del mundo en busca de la ola de 30 metros. Billabong otorgará 250 mil dólares al primero que lo consiga. “Generada por una tormenta mar adentro –dice McCarthy–, a más de 65 kilómetros por hora y con una rompiente que podría oírse a varios kilómetros de la playa, una ola de 30 metros probablemente mataría a cualquiera que se cayera en el intento de cabalgar sobre ella”.

Me sorprende que haya quienes se pongan un objetivo tan peligroso solo por gusto. ¿En qué se parece esto a la vida cristiana? No animo a los hijos de Dios a que se dediquen a deportes peligrosos, pero puedo entender la atracción de los pasatiempos intrépidos. George Bush (p), ex presidente de los Estados Unidos, celebró su octogésimo quinto cumpleaños saltando en paracaídas.

Mi madre no me permitió tomar las clases de pilotaje que yo tanto quería. Más adelante, mi esposa Rose me dejó pedir prestado los setenta dólares que necesitaba para esas clases. Mi primer pilotaje fue lo más cerca que estuve de “vivir al límite”.

A los 63 años, aprendí a esquiar comenzando por pequeñas colinas y llegando a pendientes más pronunciadas. Cada caída me enseñó a esquiar mejor. Después de diez años, el médico me sugirió que abandonara el esquí. Esto puso fin a mi época de aventuras. Es emocionante descender de la montaña y sentir la nieve y el viento en el rostro.

La vida cristiana también está llena de aventuras y de la atracción de experimentar más a Dios. Es emocionante y entusiasma comprometerse con Cristo, en una renovación diaria del nuevo nacimiento y una vida de santificación. Todos pasamos por aventuras de fe donde pensamos que estamos viviendo al límite y sentimos la emoción de saber que Jesús está allí para ayudarnos y cuidarnos.


Emociones y caídas

He hallado que la vida cristiana, que se debate entre el cielo y el infierno, es la mayor aventura posible. Pero jamás pensé en fracasar, porque con Jesús siempre podemos ser vencedores. Aún después de 25 años de estar retirado del evangelismo escucho a personas que fueron parte de esa aventura.

La vida cristiana también implica caídas. Como joven pasé por un período de insensatez y, más tarde, como joven pastor mi pasado a veces me perturbaba. Llegué hasta el extremo de pedirle a un colega que me rebautizara secretamente en un lago. Al mirar hacia atrás, me pregunto si hice lo correcto, porque estoy seguro de que aún tendré algunas caídas antes de llegar al cielo. A todos nos sucede lo mismo.

Cuando vivimos al límite para Cristo, el mundo desafía nuestra fe con su versión de la ola gigante.

Podemos anticipar un oleaje sin precedentes a medida que nos acercamos a la ribera de gloria. Surgirán situaciones que desafiarán nuestro compromiso, pero con Jesús y la obra de su Santo Espíritu, dominaremos las olas.

¿El fin del tiempo de prueba? ¡Qué venga! ¿Por qué? Porque entonces estaremos seguros en Jesús. El fin del tiempo de prueba no tiene por objetivo asustar a los niños traviesos. Sí, el pueblo de Dios será probado, pero también seremos trasladados y reunidos con nuestros amados. Dios dice: “Serán para mí especial Tesoro […]. Los perdonaré, como un hombre perdona al hijo que lo sirve” (Mal. 3:17).

¡Bendito sea ese día!





Fuente: Adventist World
Autor: Dick Rentfro era un pastor jubilado que vivía en Thorp, Washington, EEUU hasta su descanso en el Señor, el día 21 de octubre de 2011.

• Versión corregida y re formateada, de la originalmente publicada por Ojo Adventista, el 24 de npviembre de 2009.




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martes, 7 de febrero de 2012

El extraterrestre. Por Miguel A. Valdivia

Desde mi niñez me han interesado dos temas de lectura aparentemente distintos y desconectados entre sí: la religión cristiana y la ciencia ficción. El primero lo descubrí gracias a la comunidad religiosa a la que asistía mi abuela. El segundo interés lo fui desarrollando a medida que devoraba la colección de libros de la biblioteca de mi pueblo natal.

Quedé fascinado con los libros de Julio Verne, el visionario francés que escribió del submarino, de islas perdidas y el viaje a la luna, incluyendo una descripción de los efectos de la falta de gravedad que fue ratificada unos cien años después con el viaje del Apolo en 1969. Luego leí varios libros de Isaac Asimov, prolífico autor que además de escribir más de 70 libros de ciencia ficción, escribió un extenso comentario de la Biblia.

He llegado a la conclusión de que los universos de la ciencia ficción y la fe cristiana convergen en varios aspectos. La trilogía de La guerra de las galaxias en la década de los 1970 incluyó varios temas interesantes del conflicto milenario entre el bien y el mal; entre estos la idea de un campeón, Obi Kenobi, que se sacrifica para salvar a la humanidad.

Uno de los aspectos más fascinantes de la ciencia ficción es la relación entre los seres humanos y los seres extraterrestres. Según el autor, los extraterrestres a veces tienen la intención de destruirnos (por ejemplo, H.G. Wells en La guerra de los mundos), o simplemente desean estudiarnos o explotarnos como especie (The Matrix [La matriz] y Dark City son dos películas con ese tema).

Otro interés relacionado con la ciencia ficción es la afición por los platillos voladores. La idea de que los extraterrestres nos visitan de cuando en cuando es una idea albergada por millones de personas. En The Chariot of the Gods (La carroza de los dioses), se propuso que fueron los extraterrestres quienes dieron un impulso a la evolución de los seres humanos introduciendo cambios en los genes de los monos.

Cuando se analizan estos temas desde una perspectiva bíblica llegamos a varias conclusiones. Según la Biblia, vivimos rodeados de extraterrestres (los ángeles), y fuimos objeto de una visita de un extraterrestre históricamente comprobada en lo que conocemos como el año 4 a.C. Pensándolo bien, la Biblia es el producto de una Mente no terrestre. Y las especulaciones humanas encuentran en sus páginas un cumplimiento extraordinario.

La ciencia ficción es la conceptualización humana de lo que podría ser; la Biblia describe la realidad. Hace dos mil años un Ser extraño y superior a todo invento humano vino a esta Tierra. Los seres humanos lo vieron, lo escucharon, lo palparon y lo olieron. También lo rechazaron, lo acusaron, lo insultaron, lo escupieron y lo crucificaron. Su llegada fue predicha muchos siglos antes y su divinidad fue confirmada por numerosos milagros ante miles de personas.

Uno de los pasajes más hermosos de toda la Biblia lo expresa en términos impactantes: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Con la llegada de Jesús, toda la humanidad tuvo la extraordinaria oportunidad de reencontrarse, no con un mero visitante de las estrellas, sino con su Creador.






Fuente: El Centinela
Autor: Miguel Valdivia. Director y editor de El Centinela.
Autor del libro "Mensajes de un Amigo". Y junto a su esposa Olga, del libro de Lecturas Devocionales Para Adultos "Herederos de Promesas".




- Originalmente publicado el 26 de junio de 2009






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domingo, 15 de enero de 2012

Divino Amor, la demora del advenimiento y la Misión de la Iglesia. Por Mark A. Finley

Introducción

Un caluroso día de verano, un niño de trece años estaba sentado en un barril de madera en los frescos pasillos de una vieja tienda de Vermont. A las dos en punto, el viejo reloj del abuelo colgado en la pared, empezó a repicar. Pero el mecanismo se apiñó y el reloj continuó golpeando. En su decimonoveno golpe el joven se levantó de repente y corriendo hacia la calle empezó a gritar, "¡Nunca había sido tan tarde!" "¡Nunca había sido tan tarde ni para los estudiantes de las profecía bíblica!"

En su segunda epístola, el apóstol Pedro insta a la preparación del corazón para la venida de Cristo (2Ped. 3:11-3). El apóstol hace énfasis en tres puntos significativos: (1) como vives afecta lo que crees y lo que crees afecta como vives, (2) la demora del advenimiento no ha ocurrido debido alguna falla por parte de Dios y (3) es posible apresurar el Advenimiento.


El estilo de vida determina la teología

Pedro hace referencia a su primer punto significativo en los versículos 3-4, "Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias. Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" En efecto, ellos están diciendo, "No va ha venir". Esto se revela en la ultima parte de su pregunta: "Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación."

La pregunta, en sus mentes, ya ha sido contestada. No están esperando una respuesta. Son burladores y así la pregunta no está fuera de la deshonestidad, de la genuina sinceridad.

Pero note que estos "burladores" caminan "según sus propias concupiscencias." Los hombres y mujeres persiguiendo sus propios deseos, hacen la pregunta, "¿Dónde está la promesa de su advenimiento?". Su estilo de vida determina su teología. Su moralidad (o falta de ella) dicta lo que creen y niegan la inminencia del Advenimiento.

Este pasaje introduce el hecho de que nuestra forma de actuar comúnmente determina lo que creemos, mientras es verdad que lo que nosotros creemos sinceramente determina como actuamos. De esta forma si yo estoy fascinado por las concupiscencias que me cautivan en televisión, si los deportes dominan mi pensar, si el materialismo me agarra, o si mi principal objetivo en la vida es hacer dinero, estos intereses afectaran mi actitud hacia la pronta venida de Cristo.

Además de esto, claro, lo que creo acerca de la segunda venida debe tener un impacto en mi estilo de vida. Hay una sutil forma de pensar acerca del Advenimiento que también puede despertar nuestro ardor y entusiasmo en el regreso de Jesús tanto como en un estilo de vida mundanal. El razonamiento viene así: No hace ninguna diferencia si Cristo viene en 25, 50, 100 o 1000 años. ESA NO ES TU PREOCUPACIÓN. TU PREOCUPACIÓN ES SIMPLEMENTE ESTAR LISTO.

Puede sonar bien en la superficie, pero sus efectos pueden despertar la moral de la iglesia. Es como decirle a un estudiante de medicina, "Sus tablas de estado llegaran este año o el próximo o hasta el otro. Tal vez puedan llegar en cinco años; sólo alístate". ¡Hay algo acerca del reordenamiento de prioridades cuando ves la inminencia de un evento! El hecho del evento condiciona tu comportamiento.

Un sentido del Advenimiento cercano siempre ha espoleado a la iglesia. Un sentido de que Cristo viene pronto siempre ha guiado a la oración, al compromiso y al reavivamiento. La iglesia siente una urgencia y canaliza su tiempo, energía y fondos a la actividad evangelística y misionera. Hay algo acerca de la inminencia. Hay algo acerca de la pronta venida del Salvador.

Note quien dice, "¿Dónde esta la promesa de su advenimiento?", burladores. Note quien dice, "Mi Señor se tarda en venir" (Mat. 24:48); El siervo malvado, no el siervo inteligente. Así que aquellos entre nosotros quienes dicen ese tiempo no hace diferencia, y el Señor esta demorando su venida, y el no vendrá en 50 o 100 años, no están clasificados con el siervo inteligente en las Escrituras.


¿Por qué demora?

Pedro discute en términos claros la demora del Advenimiento. El dice, "Mas, oh amados, no ignoréis esto: que un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día." La evaluación del tiempo para Dios es diferente a la mía.

Pedro esta diciendo que Dios tiene una tabla del tiempo divina. Si usted estudia las profecías relacionadas con la primera venida del Señor, verán que Jesús vino a tiempo. "Venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo" (Gal. 4:4); "a su tiempo murió por los impíos" (Rom. 5:6)

Cuando Jesús es bautizado en cumplimiento de Daniel 9, Él dice "El tiempo es cumplido" (Mar. 1:14-15). Cuando el reloj profético marcó la hora, el Mesías vino la primera vez. Pedro dice en efecto, que Dios tiene una tabla de tiempo profética, y cuando el reloj marque la hora profética, Cristo vendrá.

Ahora Pedro explica la aparente demora del Advenimiento, "El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; si no que es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos precedan al arrepentimiento" (ver. 9). Pedro explica que para Dios, una demora, es una naturaleza de largo sufrimiento.

Me gustaría que usted considerara la demora del advenimiento a la luz de un Dios sufriendo y a la luz de un amor sufriendo. Cuando Jesús estaba colgado en el Calvario, reveló que Dios prefería sufrir que dejar que tu y yo nos perdiéramos. La cruz es una revelación a nuestros apagados sentidos, de tal forma que Dios preferiría sufrir la agonía del pecado y sufrir la segunda muerte que dejar que nos perdiéramos. La demora del Advenimiento revela un Dios que sufre en amor.

Seguido pensamos en la demora del Advenimiento en términos de nuestro sufrimiento en un mundo de perversos, un mundo donde hay Bosnios y Gerzegovinos y Somalíes; en un mundo donde hay hambruna, angustia y niños explotados. Pero la demora del Advenimiento revela que Dios prefiere sufrir que permitir que una persona se pierda.

Piense en ello de esta forma: Nos vemos unos a otros y seguido decimos, "¿Cómo va tu día?" "Mi día esta bien". ¿Cómo estuvo el día de Dios hoy? Dios fue a 10,000 funerales hoy y aun más, irá a otros 10,000 mañana. Y él ama a cada uno de aquella gente más que de lo que tú puedas posiblemente amar a tu hijo o hija. El corazón de amor de Dios sufre con cada persona postrada en un hospital muriendo de cáncer. En una forma que nunca podré entender, Jesús en su ministerio del Santuario, carga con nuestras aflicciones.

Dios lleva la pena de cada mujer cuyo esposo se ha ido con otra. Dios lleva la agonía de cada mujer quien ha sido golpeada hasta que sus ojos se amorataron y su nariz sangró, porque su marido es un alcohólico y la golpea. Dios lleva el dolor de cada pareja cuyo hijo nació muerto. Dios lleva el dolor, en una forma que yo no puedo entender, de cada joven que choca violentamente con el vidrio de su auto destrozado. Y el Advenimiento se demora, porque Él prefiere seguir sufriendo que cortar la salvación de alguno que pudiera ser salvo. La demora del Advenimiento nos afecta, pero piense como afecta a Dios.

En el gran Día de Gracias cuando Dios venga, se sentará a la mesa, y verá tu lugar y mi lugar. Y si esa silla está vacía, habrá un vacío en su corazón que es siempre indescriptible. La demora del Advenimiento no es porque Dios aumentó el tiempo, es porque está alcanzando a la gente. La demora del Advenimiento es porque Jesús en su amor prefiere sufrir como el intercesor de la humanidad y experimentar el dolor corporal que el pecado cósmico y universal trae; que tener que perder gente que pudo haber sido salvada.

Cuando el periodo de prueba termine, no terminará porque la misericordia de Dios haya finalizado. El fin del periodo de prueba es más bien la declaración por parte de Dios que si la puerta del Santuario permaneciera abierta, no habría ninguna diferencia porque cada persona esta completamente lista para la cosecha. El que es justo, sea justo todavía; el que es injusto, sea injusto todavía (Apoc. 22:11). La puerta del periodo de prueba no se cerrará hasta que todos hayan hecho su última, irrevocable y completa decisión. El advenimiento se demora no porque las promesas de Dios hayan fallado, sino porque su amor es implacable, su misericordia alcanza para salvar a los hombres y mujeres.


Apresurando el Advenimiento

El tercer punto de Pedro es la posibilidad de apresura el día del Advenimiento de nuestro Señor. Note lo que dice, desde que vivimos en el borde del Advenimiento, y viene rápidamente, como un ladrón, viendo que toda la naturaleza será disuelta, ¿Qué tipo de personas debemos ser? Pedro dice: "Lo que crees impacta tu vida. Esperando y apresurandoos".

¿Es posible apresurar el advenimiento? Es posible, pero viene un punto en la historia cuando los eventos cataclísmicos se despliegan. Así que, cada semilla llega a la cosecha y el carácter se desarrolla rápidamente en una hora de crisis. Por tanto, aunque la iglesia pueda apresurar el advenimiento, la iglesia no puede demorarlo. Dios es soberano. Y últimamente Dios toma el control. Hay un punto en los días de Noé cuando el carácter fue completamente desarrollado. Aquellos quienes estuvieron del lado de Dios permanecieron así; y quienes no lo estuvieron, permanecieron en la oposición. Y la puerta del arca que había estado abierta fue cerrada. Esa acción no indicó un cese de la misericordia de Dios sino que cada semilla había sido cosechada. Cada ser humano ha hecho su decisión irrevocable y final.

¿Qué puede hacer la iglesia para apresura la venida de Dios? Las Escrituras muestran tres cosas.

Oración

En la oración del Señor somos instruidos para orar "Venga tu reino" (Luc. 11:2). ¿Estas orando de rodillas todos los días para que venga el reino de Jesús? El libro de Apocalipsis termina con la oración de Juan "Ven (rápidamente), Señor Jesús" (Apoc. 22:20). ¿Por qué orar por un rápido regreso de nuestro Señor? Eso por lo cual oras, más deseas. Eso por lo cual oras, (bajo el Espíritu Santo) crea en ti un deseo de cumplimiento. Mientras estamos de rodillas abriendo nuestros corazones ante Dios , se desarrolla una reorientación de nuestras prioridades, y somos alzados de la niebla de este mundo.

Arrepentimiento

Ahora, encontramos el llamado de arrepentimiento en los versículos 9,11. El Señor desea que "todos procedan al arrepentimiento" y vivan vidas devotas. El arrepentimiento es un cambio de actitud acerca de mi condición personal ante Dios. El llamado del fin del tiempo a la santidad en un llamado del final del tiempo para el arrepentimiento que me trae ante el Señor y dice "Dios, sin ti no soy nada". "Dios, sin ti voy a ser llenado de egoísmo. Sin ti seré llenado de crítica, chisme, enojo, amargura y placer. Dentro de mi hay semillas que están retrasando el advenimiento. Busco tu perdón y un cambio de vida porque yo he, tal vez inadvertidamente, perpetuando tu sufrimiento".

Prioridades re ordenadas

Pedro dice, reordena tus prioridades para que puedas salir de un mundo perdido e ir con Jesucristo, ("apresurandoos para la venida de Dios"). El mismo Maestro dice, "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles: entonces vendrá el fin." (Mat. 24:14)

Los eventos en tiempos recientes de Europa del Este no son meramente eventos fortuitos en la historia secular, sino son parte de un plan divino que indica que este es el tiempo de la iglesia para establecerse en la complacencia de Laodicea.

En una forma maravillosa Dios ha abierto puertas en el mundo. Y el abrirá puertas en tu vida. ¿Hay alguien por quien estés orando? ¿Hay alguien en tu comunidad que te preocupa su alma? Necesito estar relacionado con ganar almas, no sólo por el alma de otras personas, sino por la mía.

Sin un involucramiento, el crecimiento de mi propio espíritu está atrofiado. Sin esto, mi propia vida espiritual esta desbaratada. Sin eso, la vida se vuelve egoísta.

Dios te esta guiando a tí y a mí a una santidad del fin del tiempo. Nos está guiando a una profunda oración, a un profundo arrepentimiento y profunda preocupación por las almas y a reordenar nuestras prioridades.






Autor: Mark Finley. Pastor, evangelista, escritor, Director Mundial de Evangelismo y Vicepresidente de la Conferencia General de la Iglesia Adventista del 7mo. Día.






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domingo, 25 de diciembre de 2011

Navidad: Origen y destino de la humanidad. Por Ricardo Bentancur

“Dios no creó el universo, y el Big Bang fue la consecuencia inevitable de las leyes de la física”, señala el eminente físico británico Stephen Hawking en su nuevo libro The Grand Design (El gran diseño). Esta obra publicada a principios de septiembre de este año fue coescrita con el físico estadounidense Leonard Mlodinow.

En su libro, el científico británico afirma: “Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la causa por la que existe el universo, de que existamos... No es necesario invocar a Dios como el que encendió la mecha y creó el universo”.

Hawking, de 68 años, profesor de matemáticas en la Universidad de Cambridge, la cátedra de Isaac Newton, solo puede hablar a través de un sintetizador de voz conectado a una computadora, porque tiene una distrofia neuromuscular que ha avanzado en los últimos años y lo ha dejado prácticamente paralizado desde su juventud. Su convicción atea acerca del origen es consecuente con su pesimismo acerca del destino de la humanidad. Recientemente, en declaraciones recogidas por Andrew Dermont, responsable del portal de Internet Big Think, el físico teórico afirmó que “ha llegado el momento de liberarnos de la Madre Tierra, porque el planeta se está calentando, la población crece a un ritmo exponencial y los recursos naturales vitales se agotan… Tenemos que empezar a pensar seriamente cómo nos liberaremos de los límites de este planeta agonizante”.

Para Hawking, si el hombre no logra “mudarse” a otro planeta habitable, lo cual ve improbable porque “hay algunos impedimentos biológicos”, la humanidad desaparecerá.

¿Estaremos limitados a este sentido trágico? ¿No hay otra explicación para la vida que la de la Física?


¿Qué dice la Biblia de la condición del hombre?

El desierto se había convertido en una pesadilla de serpientes. Los reptiles se arrastraban bajo las ollas, se enrollaban en las estacas de las tiendas, acechaban entre los juguetes de los niños, o se ocultaban en los rollos de la ropa de cama. Sus colmillos se hundían profundamente e inyectaban su veneno mortífero en la carne de sus víctimas. El desierto que una vez había sido el refugio de Israel, se convirtió en su cementerio. Centenares de niños, mujeres, hombres y ancianos yacían agonizantes. Entonces, el pueblo buscó a Moisés en búsqueda de consejo y ayuda. “Y Moisés oró por el pueblo”.

La respuesta de Dios no se hizo esperar: Debían hacer una serpiente y levantarla en alto; todos los que la miraran, vivirían. El relato de estos hechos se encuentra en el cuarto libro de la Biblia: “Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce y vivía” (Números 21:7, 9).

¡Extraño símbolo de Cristo y la salvación! Así como sobre el poste fue levantada la imagen de las serpientes que inyectaban el veneno de la muerte, también Jesús, hecho “en semejanza de carne de pecado” (Romanos 8:3), había de ser levantado en la cruenta cruz del Calvario (Juan 3:14, 15). Cristo se hizo pecado, tomando sobre sí mismo los pecados de todo ser que haya vivido o vivirá en este planeta: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). Al mirar a Cristo, la humanidad sin esperanza puede hallar vida. En él encuentra su destino.

¿Por qué fue necesario el nacimiento de Cristo?


Navidad: Una apuesta a la esperanza

Con el nacimiento de Jesucristo, la encarnación del Hijo de Dios, comienza a concretarse el plan de Dios para rescatar al mundo perdido. Dice la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). En el plan divino, el Hijo fue “destinado desde antes de la fundación del mundo” para salvar al hombre y abrirle una puerta de esperanza a la humanidad (1 Pedro 1:19, 20).

Dice la Escritura que tan pronto como Adán y Eva pecaron, Dios les dio esperanza: Les prometió introducir una enemistad sobrenatural entre la serpiente y la mujer, entre su simiente y la de ella. En la misteriosa declaración de Génesis 3:15, la serpiente y su descendencia representa a Satanás y sus seguidores; la mujer y su simiente simboliza al pueblo de Dios y al Salvador del mundo. Esta declaración fue la primera afirmación de que la controversia entre el bien y el mal terminaría en la victoria del Hijo de Dios. Sin embargo, la lucha sería cruenta y dolorosa: “Esta [el Salvador] te herirá en la cabeza [a Satanás], y tú [Satanás] le herirás [al Salvador] en el calcañar” (Génesis 3:15). Nadie saldría incólume del conflicto.

Desde ese momento, la humanidad comenzó a esperar la venida del Prometido. Las profecías del Antiguo Testamento aseguraban que cuando llegara el Salvador prometido, el mundo tendría evidencias que confirmarían su identidad.

Predicciones acerca de un Salvador. Dios prometió que el Salvador —el Mesías, el Ungido— surgiría del linaje de Abrahán: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18). El profeta Isaías predijo que el Salvador vendría como un Hijo varón y que sería tanto humano como divino: “Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6). Este Redentor ascendería al trono de David y establecería un reino eterno de paz (Isaías 9:7). Belén recibiría al Prometido (Miqueas 5:2).

Confirmando la profecía de Isaías 7:14, el Nuevo Testamento describe su nacimiento sobrenatural: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (S. Mateo 1:23).

Además, la Biblia profetiza que el Mesías sufriría el rechazo de la gente. Lo considerarían como “raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto… y no lo estimamos” (Isaías 53:2-4).

Uno de sus amigos lo traicionaría (Salmo 41:9) por treinta piezas de plata (Zacarías 11:12). Durante su juicio lo escupirían y lo azotarían (Isaías 50:6). Quienes lo ejecutasen echarían suertes por sus ropas (Salmo 22:18). Ninguno de sus huesos habría de ser quebrado (Salmo 34:20), pero su costado sería traspasado (Zacarías 12:10). No se resistiría, sino que “como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:7).

El Salvador identificado. Únicamente Jesucristo ha cumplido estas profecías. Las Escrituras trazan su genealogía hasta Abrahán, llamándolo el Hijo de Abrahán (S. Mateo 1:1), y Pablo afirma que la promesa hecha al patriarca Abrahán y a su simiente se cumplió en Cristo (Gálatas. 3:16). Muchas veces Cristo fue llamado “Hijo de David”, o Mesías (S. Mateo 21:9).

Un decreto romano condujo a sus padres a Belén, lugar predicho para el nacimiento del Mesías (S. Lucas 2:4-7). Jesús identificó su misión con la profecía de Isaías 61:1, 2: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (S. Lucas 4:17-21).

Hacia el final de los tres años y medio del ministerio de Jesús, Judas Iscariote —un discípulo— lo traicionó (S. Juan 13:18; 18:2) por treinta piezas de plata (S. Mateo 26:14, 15). En vez de resistirse, Cristo reprendió a sus discípulos por tratar de defenderlo (S. Juan 18:4-11). A pesar de ser inocente de cualquier crimen, menos de 24 horas después de que fuera arrestado, había sido escupido, azotado, juzgado, condenado a muerte y crucificado (S. Mateo 26:67; S. Juan 19:1-16; S. Lucas 23:14, 15). Los soldados echaron suertes sobre su ropa (S. Juan 19:23, 24). Durante su crucifixión, ninguno de sus huesos fue quebrado (S. Juan 19:32, 33, 36); y después que murió, los soldados atravesaron su costado con una lanza (S. Juan 19:34, 37).

La Biblia revela que Dios envió a su Hijo al mundo “cuando vino el cumplimiento del tiempo” (Gálatas 4:4). Cuando Cristo comenzó su ministerio, proclamó: “El tiempo se ha cumplido” (S. Marcos 1:15). La primera Navidad fue el cumplimiento del programa profético de Dios en la historia.

Y así como se cumplió el plan profético de Dios en la primera venida de Cristo, se cumplirá también en la segunda venida. En Apocalipsis 22:12, leemos: “Ciertamente vengo en breve”. Jesús volverá pronto para inaugurar su reino de gloria.

En estos días de Navidad recordamos el nacimiento del Hijo de Dios. Reavivemos entonces la esperanza de toda la humanidad: El hombre fue creado por Dios para un destino eterno. ¿Lo cree usted?





Fuente: El Centinela / Diciembre 2010
Autor: Dr. Ricardo Bentancur, escritor, filosofo y teólogo uruguayo, actualmente editor asociado de EL CENTINELA. Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba; licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Buenos Aires; licenciado en Teología por la Universidad Adventista del Plata y la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires. Ex redactor de la Asociación Casa Editora Sudamericana, Bs. As., Argentina y actual redactor de Pacific Press Publishing Association, en Idaho, Estados Unidos. Autor de dos libros y de numerosos artículos sobre teología, filosofía de la religión y fenomenología, publicados en revistas de difusión y especializadas de Europa y de las tres Américas.





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lunes, 19 de diciembre de 2011

Navidad. Por Elena G. de White.

Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta“Ya llega la Navidad”, es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura, y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención? [...] Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos celebrando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto... + en ARTÍCULOS / ojo adventista, haciendo clic aquí.


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lunes, 5 de diciembre de 2011

Cómo temer a Dios sin tener miedo. Por Ervin K. Thomsen

"¡Temed a Dios, y dadle gloria!" 1
Cuando Dios nos creó, también incorporó en nuestro organismo un sistema de alarma para protegernos del peligro y el dolor. Uno de los sensores primarios de este sistema es la emoción de miedo, que funciona como una luz de advertencia similar a las luces del tablero de un automóvil. Lamentablemente, un enemigo ha dañado este sistema de alarma interno, por lo cual muchas personas son incapaces de distinguir los “buenos temores” (miedos sanos) de los “malos temores” (miedos malsanos). Cuando nuestro sistema de alarma suena constantemente, perdemos la habilidad de filtrar las falsas alarmas. Satanás saca provecho de este funcionamiento defectuoso, procurando mantenernos aprisionados por medio de distorsiones de nuestro sentido de la realidad y haciéndonos sufrir temores falsos: ansiedad, nerviosismo, aprehensión, preocupación, desánimo, susto, pavor, pánico o terror. No es de sorprenderse que en más de 300 lugares la Biblia nos dice: “No temas”. Pero, ¿cómo debemos entender los mandatos bíblicos de “temer a Dios” y a la vez “no temer”? Repasemos lo que nos dice el Señor en su Palabra para resolver esta paradoja.

El “temor de Dios” es un temor saludable

Considera los siguientes pasajes de las Escrituras:

“‘Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma’” (Jeremías 32:40, 41).
“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29).
“Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores.... Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen....Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré” (Salmo 34:4, 9,11).
En el monte Sinaí, Dios habló mediante Moisés al pueblo: “‘No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis’” (Éxodo 20:20).

Reflexiona también sobre estos textos:

“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).
“¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31).
“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Corintios 5:11).


Viviendo con una paradoja

¿Es posible vivir en una paradoja en la cual dos afirmaciones que aparentemente se excluyen son ambas verdad? Mike Yaconelli, fundador del programa cristiano Youth Specialties, se refirió de la siguiente manera a esta paradoja, a las dos caras del temor:

“La tragedia de la fe moderna es que ya no somos capaces de sentir terror. No tememos a Dios, ni a Jesús, ni al Espíritu Santo. Como resultado, nos hemos quedado con un evangelio centrado en necesidades personales que atrae a miles de personas... pero que no transforma a nadie.... Creo que la iglesia debe convertirse nuevamente en un lugar en el que experimentamos terror; un lugar donde Dios continuamente tenga que decirnos ‘No temas’; un lugar donde nuestra relación con Dios no sea una simple creencia, doctrina o teología, sino que sea la presencia ardiente de Dios en nuestras vidas. Sugiero que el Dios domesticado y ‘relevante’ vuelva a ser el Dios cuya sola presencia hace pedazos nuestro ego, incinera nuestro pecado hasta convertirlo en cenizas y nos despoja dejándonos desnudos, para revelar la persona real que somos en nuestro interior.... La iglesia necesita convertirse en un lugar gloriosamente peligroso donde nada está seguro en la presencia de Dios, excepto nosotros. Nada, incluyendo nuestros planes, nuestra agenda, nuestras prioridades, nuestra política, nuestro dinero, nuestra seguridad, nuestra comodidad, nuestras posesiones, nuestras necesidades.... Nuestro mundo anhela observar a gente cuyo Dios es grande y santo; aterrador y tierno como el nuestro; un Dios cuyo amor nos lleva atemorizados a sus brazos fuertes y poderosos, donde él pueda susurrarnos las estremecedoras palabras: ‘Te amo’”. 2

El temor a Dios es una parte integral de la gracia de Dios. John Newton, autor del himno Amazing Grace captó esta realidad cuando escribió: “Fue la gracia la que le enseñó a mi corazón a temer, y también la gracia la que alivió mi temor”.

El “temor a Dios” nos protege de temores enfermizos

Es natural que disminuyamos la velocidad de nuestro vehículo cuando observamos un terrible accidente en la carretera. Pero no era el plan del Creador que viviéramos en un estado de perpetua preocupación y miedo, como nuestra principal protección contra el peligro. A través de su gracia, Dios quiere reparar nuestra alarma interna para que, en las palabras de Oswald Chambers, sepamos que cuando “temes a Dios, no le temes a nada más; mientras que si no temes a Dios, le temes a todo lo demás”. 3

El vivir bajo el manto de la gracia de Dios nos permite distinguir las falsas alarmas. Una de esas falsas alarmas es el temor a los eventos de los últimos días de la historia humana, el tiempo de tribulación (Marcos 13:19; Lucas 21:25). Si hasta este momento has creído, tal vez involuntariamente, que el temor al inminente tiempo de tribulación es una de tus principales armas de defensa contra los engaños de los últimos días, entonces Satanás realmente te ha engañado. Si le tememos a todo menos a Dios, estamos equivocados. Dios es el único en el universo digno de ser temido.

Los temores enfermizos nos encadenan, nos oprimen y nos impiden avanzar, crecer y convertirnos en la persona que Dios desea que seamos. ¡Cuánto perdemos por causa de nuestros temores innecesarios! Sin duda, las personas desconfiadas y temerosas son más propensas a los engaños que las personas que confían, porque están aprisionadas por sus propios temores.


Satanás emplea los miedos enfermizos

El enemigo está continuamente buscando oportunidades para sacar ventaja de los miedos que podamos experimentar. Mediante cada temor procura que desviemos la mirada de nuestro Padre Celestial, sugiriendo que Dios no es lo suficientemente bueno, poderoso o capaz de resolver nuestras dificultades específicas. Acto seguido sugerirá que le busquemos solución a nuestros problemas por nuestra cuenta porque, después de todo, no podemos confiar en Dios ya que no está atento a nuestras dificultades.

Cuando no tememos a Dios, tendremos temor de todo lo demás. Cuando cedemos ante tales temores:

• Declaramos que Dios no es más grande que nuestras dificultades.
• Rechazamos el hecho de que Dios es más poderoso que Satanás.
• Abandonamos nuestra convicción de que Jesús está siempre con nosotros.
• Alegramos a Satanás por nuestra falta de confianza en Dios.
• Deshonramos a Dios con nuestra carencia de fe.
• Abandonamos la certeza de que Jesús es capaz de satisfacer nuestras más profundas necesidades.
• Vemos al mundo con ojos meramente humanos.
• Abrimos la puerta a falsos dioses que nosotros mismos fabricamos.

John Ortberg describe el temor malsano de esta manera: “Este temor nos susurra que Dios no es lo suficientemente grande como para cuidar de nosotros. Nos dice que no estamos verdaderamente seguros en sus manos. Nos hace distorsionar la manera en que pensamos acerca de él.... El miedo ha creado más herejes de lo que jamás haya suscitado la mala teología, puesto que nos hace vivir como si sirviéramos a un Dios limitado, finito, cuasi-ausente y semi-competente”. 4

Cuando creemos que nuestros miedos son demasiado grandes para que Dios los atienda, sentamos las bases de la idolatría, lo que nos lleva a crear dioses falsos que esperamos resuelvan nuestros problemas en vez de volvernos a Dios. Por otra parte, el sano temor a Dios como respuesta a su evangelio eterno es uno de las mejores defensas contra los engaños que el enemigo presentará en los últimos días.

El temer a Dios nos permite tener una relación de corazón a corazón; una íntima y cercana comunión con nuestro Creador. Al alabarlo y adorarlo, descubriremos que quiere aliviarnos de todas nuestras cargas, calmar todos nuestros temores, y darnos paz y reposo verdaderos. “Mas yo, por la abundancia de tu misericordia, entraré en tu casa; adoraré hacia tu santo templo con temor” (Salmo 5:7).

Entonces, la próxima vez que sientas miedo, recuerda lo que dijo el salmista: “En el día en que temo, yo en ti confío.... En Dios he confiado; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Salmo 56:3, 11).






Fuente: Dialogo Universitario
Autor: Ervin K. Thomsen, pastor, escritor y conferenciante por casi 40 años. Michigan, Arizona y California han sido las iglesias que ha liderado. Educado en Dinamarca, Inglaterra, y Estados Unidos, obtuvo su D.Min en la Universidad de Andrews puede encontrarse sus artículos en Ministry, Insight y Adventist Review. Actualmente lidera el programa Healing Stream Ministries

Referencias: 1. Apocalipsis 14:7. Las citas bíblicas provienen de la versión Reina Valera revisada en 1960. 2. Mike Yaconelli, http://www.youthspecialties.com/articles/Yaconelli/fear.php 3. Oswald Chambers, Run This Race: The Complete Works of Oswald Chambers (Grand Rapids, Michigan: Discovery House Publishers, 2000). Lectura devocional para el 23 de agosto. 4. John Ortberg, If You Want to Walk on Water, You’ve Got to Get Out of the Boat (Grand Rapids, Michigan: Zondervan Publ. House, 2001), p. 43.

- 07042009







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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las 95 Tesis. Por Martín Lutero

Disputación acerca de la determinación del valor de las indulgencias.

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidEnlaceencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.

4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.

5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.

6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.

7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.

8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.

9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.

10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.

11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.

12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.

13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.

14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.

15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.

16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.

17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.

18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.

19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.

20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.

21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.

22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.

23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.

24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.

25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.

26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.

27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.

28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.

29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.

30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.

31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.

32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.

33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.

34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.

35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.

36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.

38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.

39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.

40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.

41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.

42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.

43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.

44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.

45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.

46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.

47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.

48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.

49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.

50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.

51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.

52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.

53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.

54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.

55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.

56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.

57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.

58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.

59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.

60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.

61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.

62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.

63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.

64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.

65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.

66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.

67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.

68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.

69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.

70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.

71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.

72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.

73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.

74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.

75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.

76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.

77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.

78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.

79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.

80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.

81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.

82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?

83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?

84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?

85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?

86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?

87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?

88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?

89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?

90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.

91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.

92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.

93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.

94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.

95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.

Wittenberg, 31 de octubre de 1517.



• Las 95 Tesis

Disputación acerca de la determinación del valor de las indulgencias o el Cuestionamiento al Poder y Eficacia de las Indulgencias (publicado en latín como Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum), más conocido como Las 95 tesis, desafió las enseñanzas de la Iglesia de Roma con respecto a la naturaleza de la penitencia, la autoridad del Papa y la utilidad de las indulgencias. Esta publicación —clavada por Lutero, de acuerdo a la tradición, en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517— comenzaría un debate teológico que desembocaría en la Reforma y el nacimiento de varias tradiciones dentro del cristianismo, tales como el Luteranismo, el Presbiterianismo y el Anabaptismo.

• Propósito de las Tesis

La Iglesia del Palacio de Wittenberg era el lugar donde se guardaba una de las colecciones individuales de reliquias más grandes de Europa, acumuladas por Federico III de Sajonia, príncipe elector de Sajonia. Las reliquias eran aquellos objetos que muchos cristianos medievales consideraban "santos" por haber pertenecido o estado en contacto con un Santo cristiano (incluso partes del propio cuerpo fallecido). De acuerdo a estas creencias (que posteriormente serían refrendadas por la Iglesia Católica Romana en el Concilio de Trento), su contemplación otorgaba méritos al espectador, de modo que podía recibir la absolución del castigo por sus pecados en el purgatorio. Hacia 1509, el príncipe elector llegó a poseer alrededor de 5.005 piezas, incluyendo varios frascos con la leche de la Virgen María, paja del pesebre donde nació Jesús, y el cadáver entero de uno de los inocentes masacrados por orden de Herodes el Grande. Estas reliquias eran mantenidas en relicarios (recipientes artísticos labrados sobre todo en plata dorada) y exhibidos una vez al año para que los fieles las venerasen. En 1509, cada devoto visitante que hizo alguna donación para el mantenimiento de la Iglesia del Palacio recibió una indulgencia de cien días por cada reliquia. Antes de 1520, la colección de reliquias del Elector había aumentado hasta las 19.013 piezas, lo que permitía a los devotos peregrinos que donaran a la Iglesia del Palacio recibir una indulgencia que reduciría su tiempo en el purgatorio por 1,9 millones de días.

Las acciones de Lutero, sin embargo, no iban inicialmente contra la colección de su soberano, sino en respuesta a la venta de indulgencias por parte de Johann Tetzel, un sacerdote de la Orden de los Hermanos Predicadores (Dominico), comisionado por el Arzobispo de Maguncia y por el Papa León X. El propósito de Tetzel era desarrollar una campaña de recolección de fondos para financiar la renovación de la Basílica de San Pedro en Roma, y aunque el príncipe de Lutero, Federico III de Sajonia, y el príncipe del territorio vecino, Jorge el Barbudo, duque de Sajonia, prohibieron la venta en sus dominios, feligreses de Lutero viajaron para comprarlas. Cuando estos creyentes venían luego a confesión, presentaban las indulgencias plenarias que habían adquirido, demandando que ya no necesitaban arrepentirse de sus pecados, puesto que el documento prometía perdón para todos ellos y más

• ¿Clavadas o enviadas?

La historia dice que Lutero clavó sus 95 tesis (escritas en alemán para que todos incluso el menos culto las pudiera leer) en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, pero algunos eruditos han cuestionado la exactitud de este relato, observando que no existe ninguna evidencia contemporánea de tal hecho, otros han respondido a esta carencia señalando que la evidencia no se conserva porque en Wittenberg, la acción de clavar escritos en esa puerta era la manera acostumbrada de anunciar un acontecimiento en el campus universitario de aquella época. Las puertas de las iglesias funcionaban en aquella época tal como los modernos tablones de anuncios. Por su parte, otros autores sugieren que la fijación puede haber ocurrido más bien durante noviembre de 1517. La mayoría conviene, por lo menos, en que Lutero remitió sus tesis al Arzobispo de Maguncia, al Papa, a algunos amigos y a otras universidades en esa fecha. Con todo, las tesis fueron impresas muy pronto, y antes de 1518 habían sido extensamente leídas por toda Europa.

• Reacción a las 95 Tesis

Lutero redactó sus 95 tesis como soporte para un debate teórico, una "disputa" teológica, práctica corriente en la época. Concebidas para ser difundidas en un círculo restringido de teólogos, su éxito habría sorprendido al propio Lutero. Tras ser impresas en gran cantidad y ampliamente difundidas, las tesis tuvieron gran resonancia, pero las autoridades religiosas vacilaron, sin embargo, en condenar a Lutero. Este último continuará discutiendo con teólogos partidarios de las doctrinas de Roma, por ejemplo, con Johann Eck en la famosa disputa de Leipzig de 1519.

Las 95 tesis son finalmente condenadas definitivamente el 15 de junio de 1520 por la bula Exsurge Domine del papa León X. Lutero, entonces abiertamente en conflicto con la Iglesia de Roma, será excomulgado a principios del año siguiente.

El Papa León X exigió que Lutero se retractara por lo menos de 41 de sus tesis, pero el monje alemán, ya famoso en toda Europa, rechazó esta exigencia públicamente en la Dieta de Worms de 1521. Así, simbólicamente, daba inicio a la Reforma.





Fuente: Wikipedia.com
Autor: Martín Lutero (1483-1546), nacido en Eisleben, Alemania como Martin Luder, después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo, fraile católico agustino y reformador religioso alemán, en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante. Inauguró la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo e influyó en las demás tradiciones protestantes. Su exhortación para que la Iglesia regresara a las enseñanzas de la Biblia, impulsó la transformación del cristianismo y provocó la Contrarreforma, como se conoce a la reacción de la Iglesia Católica Romana frente a la Reforma protestante. Sus contribuciones a la civilización occidental fueron más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.

Nota: Ojo Adventista ha publicado originalmente el texto principal el 3 de setiembre de 2007. Al que le hemos agregado información complementaria que creemos importante.






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