martes, 13 de enero de 2009

La senda de la vida. Por Elena G. de White.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mat. 7: 13, 14).

Cristo nos invita a entrar en la senda angosta, donde cada paso significa abnegación. Nos invita a estar de pie sobre la plataforma de la verdad eterna y luchar tesoneramente por la fe dada una vez a los santos...

Al acercarnos al tiempo cuando los principados, las potestades y las huestes espirituales de maldad que se encuentran en las regiones celestiales sean lanzados de lleno en su lucha contra la verdad, cuando el poder engañoso de Satanás sea tan grande que trate de seducir, si fuere posible, a los mismos elegidos, nuestro entendimiento debe ser aguzado mediante la iluminación divina a fin de que los artificios de Satanás no nos resulten desconocidos. Todo el tesoro del cielo está a nuestra disposición para que preparemos el camino del Señor. Al darnos la cooperación de los santos ángeles, Dios ha hecho posible que nuestra obra sea un éxito maravilloso y glorioso. Pero rara vez el éxito será el resultado del esfuerzo esporádico. Se requiere la influencia conjunta de todos los miembros de la iglesia.

La iglesia necesita hoy hombres que, como Enoc, caminen con Dios, y revelen a Cristo al mundo. Los miembros de iglesia necesitan alcanzar una norma más elevada. Los mensajeros celestiales están esperando para comunicarse con los que han anulado el yo, cuyas vidas son un cumplimiento de las palabras: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2: 20). De tales hombres y mujeres debe estar compuesta la iglesia antes que su luz pueda alumbrar al mundo con rayos claros y nítidos. Nuestro concepto del Sol de justicia está oscurecido por el egoísmo. Cristo es crucificado de nuevo por muchos que por su complacencia propia permiten que Satanás los domine...

Es el propósito de Dios que todos sean probados para ver si son leales o desleales a las leyes que gobiernan el reino de los cielos. Hasta el fin Dios le permite a Satanás manifestarse como mentiroso, acusador y homicida. De esa manera el triunfo final de su pueblo llega a ser más señalado, más glorioso.

Fuente: ¡Maranata: el el Señor Viene! p.109.
Autor: E. G. de White. Los adventistas creemos que ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.

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